¡Quédate en casa esta Navidad!

La Navidad llega para iluminarnos con su luz de esperanza, llega rompiendo el reinado de estos oscuros días con los que la pandemia nos tiene secuestrados, llega para contrarrestar el reinado de los males que con sus garfas pretenden endurecer nuestros corazones, llega con su voz de auxilio porque, lamentablemente, estamos todavía con muchas restricciones para un normal contacto humano y para dejar clarito que la convivencia humana debemos atesorarla y por lo tanto, cuidarla.

Pero humanos somos, que andamos mostrando “orgullosos” nuestras primitivas victorias de querer sacar siempre ventaja, cueste lo que cueste. Nuestros actos, en la mayoría de las situaciones, son reprochables. Todo indica que no hemos evolucionado un ápice y que de humano solo tenemos el cliché. ¿Cómo podemos explicar nuestra conducta llena de indiferencia en plena crisis mundial? ¿Cómo entender nuestro egoísmo de solo pensar solo en nosotros? Estamos muy distantes como para entonar esta bella canción: “Tú que estás lejos de tus amigos / De tu tierra y de tu hogar / y tienes pena, pena en el alma / Porque no dejas de pensar / Tú que esta noche no puedes, dejar de recordar / Quiero que sepas que aquí en mi mesa para ti tengo un lugar / Por eso y muchas cosas más / Ven a mi casa esta Navidad”, con seguridad, muchos la tararearemos hipócritamente contra viento y marea, difundiéndola por todos los medios posibles, como si la Navidad fuera un asunto de vacía popularidad, cuyos valores se reviven por unos días u horas después de haberlo arrinconado en la esquina más oscura y llevado al olvido.

Sin embargo, a pesar de toda la arremetida farisea, el Niño Dios llegará para bendecirnos señalándonos que no todo está perdido. Seguramente vendrá a decirnos: “Tú que has perdido a tu madre, a tu padre, a tu hermano o hermana, a tu familia, a tu vecino, a tu amigo, a tu colega, a quien no conocías, quiero que sepas que también yo perdí a uno de los míos, por eso y muchas cosas más QUÉDATE EN CASA ESTA NAVIDAD”. Es que el Niño Dios sufre también, y mucho, bajo las garras de esta pandemia. Hoy, quedarnos en casa es el mejor mensaje de Paz y la vacuna, el mejor abrazo. Es de nuestra entera responsabilidad dar señales de respeto entre nosotros. En estos días de celebraciones, demos gestos que trasciendan lo humano: a vacunarnos y seguir cuidándonos.

¡Feliz Navidad!

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