¿Quién golpeó a quién?

Rebelión y conspiración. Parece el título de una película taquillera, pero son los delitos por los que la comisión permanente ha aceptado que se acuse a Betssy Chávez, otrora premier de Pedro Castillo por su presunta complicidad en el ridículo intento de golpe de Estado que pretendió el exmandatario.

Fue el 7 de diciembre, Pedro Castillo dio un mensaje a la nación. No fue un tuit, no fue un comentario en una de las tantas entrevistas que nunca concedió, no fue una propuesta de campaña. Fue un mensaje a la nación del presidente de la República, anunciando el cierre del Congreso.

Inmediatamente, este hecho fue tomado como un golpe de Estado, al punto en que los congresistas de izquierda se sumaron a la tan esperada vacancia presidencial que se votó horas después.

Solo dos días después, el 9 de diciembre de 2022, Betssy Chávez aseguraba no haber tenido conocimiento del mensaje que pronunciaría el presidente. Estaba perpleja, pero aún reconocía a Castillo como el mandatario. Para contradicciones, la izquierda es superior a los demás.

En los días siguientes, también, empezó a dibujarse una teoría más ridícula que el marxismo mismo: Pedro Castillo había sido drogado por la derecha porque el pobre y humilde chotano no recordaba lo sucedido. ¡Malditos aprofujimontesinistas!

Tres meses después, salió a la luz un video que mostraba la presencia de Chávez segundos antes del golpe y se mostraba también a un confiado y coqueto Castillo, sonriente y haciendo guiños, enaltecido con los últimos segundos de poder que le quedarían, no solo como mandatario. Rebelión y conspiración para Chávez.

Pero hay un problema. En tres meses, solamente, la izquierda mañosa se ha esforzado con éxito en hacerle creer a gran parte de la población de que el golpe no fue hecho por Castillo al Congreso sino viceversa. No sé en qué universo viven estos ciudadanos, pero evidentemente están desconectados de la ley y de la realidad. Según un informe del centro Wiñaq, solo en Lima, 60 % de la población está alineada con la verdad, mientras que en el sur, norte, centro y oriente más del 50 % victimiza al expresidente.

Ahora el informe de la comisión permanente será debatido por el pleno del Congreso, que es la última etapa. Por un Legislativo que es más repudiado que el mismo golpista Castillo. Eso no pinta nada bien, porque el odio nubla el juicio y una población que desprecia a los congresistas tenderá a rechazar todo lo que pronuncien, así sea un axioma matemático o una verdad absoluta, como en realidad es lo sucedido aquel 7 de diciembre.

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