¿Quién lidera lucha contra la anemia?
Hace bien la congresista Úrsula Letona cuando exige al Gobierno definir claramente ¿quién lidera la lucha contra la desnutrición en el país y, por lo tanto, la estrategia integral y multisectorial contra la anemia?
Propone –para ello– que se forme una Autoridad Gubernamental que dé cuenta del avance en todos los sectores, estableciendo indicadores de gestión (impacto en la población), y no solo de acciones aisladas que, al parecer, no terminan conectando ni sumando como un solo Estado.
Lamentablemente, hasta el momento más parece una lucha descarnada de personalidades políticas en pugna por ver quién le saca mayor provecho al tema de la anemia en sus diversas apariciones en los medios de prensa.
Si bien una de las grandes propuestas gubernamentales en esta gestión fue convertir la lucha contra la anemia en una estrategia integral y transversal a gobierno central y gobiernos regionales, ésta en la práctica se ha convertido en acciones aisladas que no terminan por mostrarnos una foto completa del plan gubernamental.
Lo vemos cuando la Presidencia del Consejo de Ministros, Ministerio de Salud, Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables y Ministerio de Inclusión y Desarrollo Social compiten por apropiarse de la campaña “Corazón de Hierro”, y hoy también de las visitas de promoción “casa por casa”. ¿Por qué no la difunden de manera compartida?
Nadie dice, por ejemplo, cómo va el avance en los distintos sectores. Nadie comunica qué metas venimos superando. Nadie difunde la data multisectorial y cómo evitamos duplicidad y triplicidad de acciones, e incluso que no estemos actuando sobre las mismas poblaciones. Nadie conoce el Plan Integral a plenitud. Ni al interior del gobierno central, ni entre los ciudadanos. Nadie sabe a ciencia cierta cuál es la hoja de ruta.
Esa es la razón por la cual la participación ciudadana es muy débil. Salvo por coordinaciones sectoriales unilaterales, no existe un ente que integre la coordinación con la Sociedad Civil organizada, para que ésta cubra aquellos espacios donde el Estado no llega por propia gestión.
La ruta gubernamental en el caso de la anemia es, sin duda, la más adecuada. Pero requiere de funcionarios con experiencia en trabajo de equipo. Requiere integración de sectores. Requiere compromiso y desprendimiento. Requiere dejar de lado el marketing personal que los políticos de turno le imprimen a una estrategia de gobierno que busca trascender las minucias del ámbito político, para convertirse en una verdadera intervención de transformación social.