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¿A quién mató Robin Williams?

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Fecha Publicación: 17/08/2021 - 22:30
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Un día de agosto, el 14, hace siete años, fue encontrado muerto en su casa el excelente y carismático actor y comediante Robin Williams. Se había ahorcado con su correa o tal vez había asesinado dentro de sí, a ese hombre paradójico y triste que padecía una rara enfermedad: demencia con cuerpos de Lewi.
El suicidio de este gran actor sigue siendo un dramático llamado por ayuda y apoyo a las víctimas de enfermedades mentales. Él las buscó con frenesí, casi con desesperación pero no las pudo hallar. Le dijeron que tenía Parkinson, más él sentía que era otra cosa. Necesito reiniciar mi cerebro, le diría llorando a su mujer una de sus últimas noches. Es verdad que la depresión es la enfermedad de la tristeza, pero también lo es que ella, muchas veces, fluye como un síntoma de otras enfermedades de la mente.
La demencia con cuerpos de Lewi es el deterioro gradual y progresivo de la capacidad cognitiva, que afecta a la memoria, los procesos del pensamiento, la conducta y la actividad física. Los cuerpos de Lewi son depósitos anormales de la proteína llamada alfa-sinucleína que se configuran en las zonas del cerebro que controlan nuestras actividades.
La particularidad de este mal neurodegenerativo es que quien lo padece sufre alucinaciones tan vívidas que lo disocian de una manera brutal de la realidad, aun cuando éstas hayan pasado. No tiene cura y tampoco se sabe su causa.
El suicidio es el único problema de la filosofía, decía Albert Camus. Cada año se suicidan en el mundo, 700 mil personas, siendo él la cuarta causa de muertes entre jóvenes de 15 a 19 años. En el Perú, las cifras son también dramáticas: al final del año más de 600 personas se habrán quitado la vida. El suicidio suele estar asociado a la inconmensurable fatiga de la vida que sienten algunas personas, generalmente mayores y ancianas, pero… ¿Y esos muchachos? Recuerdo a propósito este estentóreo verso de José Santos Chocano: He vivido poco, me he cansado mucho…
El gran Arguedas, el escritor que como nadie representa todas las sangres que somos y tenemos, respondió así a uno de sus amigos que le preguntó qué podemos hacer los que te queremos para que no te mates: ¡impidan la llegada de los españoles! Dos días antes de darse muerte, Vladimir Maiakovsky, el poeta de los bolcheviques, escribió: la barca del amor se estrelló contra la vida cotidiana. Y Césare Pavese señaló en forma clara pero inescrutable: Uno no se mata por el amor de una mujer. Uno se mata porque un amor, cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestra miseria, nuestro desamparo, la nada.
Robin Williams hacía reír mientras los cuerpos de Lewi se multiplicaban en su cerebro. Esa mal llamada proteína, lo invadió sin tregua y un día no pudo más y se rindió. En su última alucinación, le habrá preguntado a la muerte: ¿Por qué a mí? ¿Y ahora? ¿Y cómo? Y la muerte le habrá respondido: ¿Por qué a ti no?...

 

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