“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”
Queridos hermanos:
Estamos en el Domingo XXV del Tiempo Ordinario. La primera lectura es del libro de la Sabiduría y dice así: “Vayamos contra el justo, porque nos incómoda”, es decir, nos incomodan los profetas, ¿por qué? porque nos echan en cara nuestros pecados y nuestra educación o nuestro comportamiento equivocado, estos profetas llevan una vida distinta a los demás, son irregulares y su conducta es diferente, se glorían de tener por padre a Dios, pero viven de forma distinta. Toda esta Palabra es una profecía de Jesucristo, el siervo de Yahvé que carga con los pecados del mundo, con las injusticias, los desprecios.
Por eso respondemos con el Salmo 53: “El Señor sostiene mi vida, porque unos insolentes se alzan contra mí, pero Dios es mi auxilio, el Señor me sostiene”. Esto es lo que sostiene al justo, al profeta, al santo, al que es, al que pone en práctica el Evangelio, es uno con la buena noticia, con el Evangelio.
Por eso la segunda lectura, que es de Santiago, dice: “Dónde hay envidias y peleas, allí no está Dios. La sabiduría que viene de arriba, que viene del cielo, es dócil, llena de misericordia, es sincera”. Por eso hace una pregunta Santiago: ¿De dónde nacen las luchas y los conflictos entre ustedes?, ¿no es acaso del placer de vuestro cuerpo? es decir, de la codicia, del amor al dinero, del amor a las cosas del mundo. Por eso nos invita a amar las cosas del cielo, a amar a Jesucristo, por eso pedís y no recibís, porque pedimos cosas para alimentar el hombre viejo, pedimos mal, porque pedimos para alimentar nuestros placeres.
El Evangelio de San Marcos dice: “El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán, y a los tres días resucitará”, esto es lo que han hecho con Jesús y hoy se cumple porque también nosotros hacemos lo mismo con los cristianos que viven y son uno con Jesús. Y Cristo les preguntó a los apóstoles: ¿De qué discutíais por el camino? y le dicen: discutíamos sobre quién va a ser el primero, quién es el más importante entre nosotros; y Jesús les dijo: si queréis ser el primero, ser servidores unos de otros, es decir haceros esclavos unos de otros; y, cogiendo un niño, lo puso en el centro, lo abrazó y les dijo: “el que acoja un niño, en mi nombre me acoge a mí, y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado. Por eso, hermanos, la Palabra nos indica cuál es la misión de la Iglesia, aceptar ser los últimos, aceptar y vivir como servidores.
Que este Espíritu de Siervo de Yahvé de aceptar ocupar el último puesto esté en medio de nosotros. Vivir esto es haber nacido de lo alto, haber nacido de Dios. Si se nos mete el mundo, buscamos los placeres de la tierra, el poder, la avaricia; que nos llevan siempre a la muerte, a la corrupción. Que el Señor nos ayude a vivir esta Palabra con espíritu cristiano.
Con mi bendición.
Obispo E. del Callao