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Quiero saber

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Fecha Publicación: 14/11/2022 - 22:40
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“Quiero saber” es un reclamo en un mundo que mucho esconde. La liberación de Twitter con Elon Musk es una buena noticia, aunque no para los censores de fake news, los “depositarios de la verdad”. A más información, mayor capacidad de elegir. En octubre una funcionaria de un laboratorio habló de más ante el Parlamento Europeo sobre una vacuna, pronto la empresa dijo que ella no dijo lo que oímos. Reclamamos el derecho a saber, tanto como el de que no se vulnere nuestra libertad, que ya bastante lo hicieron con el coercitivo pasaporte sanitario.
La libertad no existe cuando hay una coerción exterior a mí, según Isaiah Berlin. En un mundo alterno, en el que hasta la información que debo creer es seleccionada por otro y en el que debo medir lo que digo, lo que hay es un gran ojo orwelliano que se escuda en una justificación abusiva: la información correcta desde pocas manos. Se presume de antemano que miento o me equivoco y siempre habrá vigías que me midan. Un día llega una enfermedad transmitida por el agua, pero no debo dudar de su origen ni de la cura. El desconfiado es un conspiranoico. En la cultura de lo “correcto” hay una sola verdad. Opinar o dudar es peligroso. El “chiflado” que advierte de un chip o de cámaras controladoras o de sujetos experimentales o de un programa poblacional, es solo eso, un “loquito”.
Lo correcto parece ser lo que dice el periodista oficial y ya autorizado o el ministro y el ducto estatal por el que se vierte la orden que debemos acatar. La misión de un liberal es cuestionar la restricción de la diversidad, también juzgar la información o análisis oficial. No todos son especialistas y hay cierta autoridad en el conocimiento, pero no siempre este lleva el sello de la ética, sino a veces del interés. Yo elijo lo que quiero creer y aprendo a cotejar. Si en algún momento descubren la cura del cáncer, quizás ya la industria invirtió demasiado en una vieja solución que es rentable para algunos y lo es al costo del sufrimiento. ¿Y si años luego un laboratorio nacional tomara un atajo y descubriera en la oliva o en la cúrcuma u otra la sustancia que procesada en la célula destruyera el problema? Una hipótesis, no más.
Pensar es peligroso como la libertad, veremos cuánto dura ella en Twitter.

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