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Quintero: demagogia en clave nacionalista

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Fecha Publicación: 22/08/2025 - 20:30
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A la demagogia no la definen los argumentos sólidos, sino los símbolos eficaces. Daniel Quintero Calle lo demostró en Chinería, cuando convirtió un acto provocador en recurso de campaña.
El colombiano que apareció en la isla Chinería, dejando una bandera de su país el 11 de agosto pasado, carga con una trayectoria política marcada por el oportunismo mediático. Desde sus inicios como periodista y activista digital, desplegó una narrativa de cambio y modernidad, mientras tejía alianzas con sectores de poder y recurría a estrategias de confrontación cuidadosamente diseñadas.
Durante su alcaldía en Medellín (2020–2023), Quintero cultivó una retórica combativa: acusó a medios tradicionales como El Colombiano y Semana de integrar una supuesta alianza de desinformación con el uribismo y el Grupo Empresarial Antioqueño. Paralelamente, redirigió cuantiosos recursos hacia medios comunitarios y digitales afines, lo que fue cuestionado por presunta manipulación informativa.
Esta estrategia reflejaba una lógica instrumental: consolidar control narrativo, marcar antagonistas —reales o ficticios— y ganar legitimidad como “alternativa” frente a una élite política acusada de monopolizar la voz pública.
El episodio más revelador ocurrió en agosto de 2025. En plena campaña presidencial, Quintero cruzó la frontera hacia la isla Chinería —territorio del distrito de Santa Rosa, Loreto (Perú)—, izó una bandera colombiana y transmitió la acción en redes con consignas beligerantes: “Santa Rosa es Colombia”, “Colombia se defiende con el alma”, “No podemos llorar como niños lo que no supimos defender como hombres”.
Una teatralidad milimétrica, diseñada para avivar sentimientos nacionalistas y captar atención mediática. El gesto fue interpretado como una afrenta a la soberanía peruana. El Congreso del Perú lo declaró persona non grata y presentó denuncias por “alteración de hitos fronterizos” y “atentado contra la soberanía nacional”.
Mientras tanto, el gobierno del presidente Petro continuó con provocaciones, como la violación del espacio aéreo peruano por un avión militar sin autorización o el intento de envío de policías colombianos a la isla, bloqueado por la Marina de Guerra del Perú.
Quintero, sin embargo, regresó rápidamente al lado colombiano, evidenciando que lo suyo es la política como espectáculo. Sus muestras de respaldo a Petro han sido públicas desde antes de la campaña de 2022, cuando, como alcalde, incurrió en participación indebida en el proceso electoral, lo que le valió una suspensión.
También ha enfrentado acusaciones por interés indebido en contratos, peculado y prevaricato. Más que afinidad ideológica, comparte con Petro una sincronía instrumental: ambos utilizan la retórica del conflicto para proyectarse como outsiders.
Desde su participación en el satírico Partido del Tomate hasta su irrupción con una bandera palestina en un evento de la ANDI, Quintero ha demostrado que está dispuesto a todo por figurar.
En suma, Daniel Quintero representa una combinación de oportunismo y símbolos provocadores. Para él, la soberanía no es un principio de Estado, sino un recurso efímero de campaña que, además de tensionar la política interna colombiana, abre fisuras diplomáticas que la región no puede ignorar.

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