ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Quitar las manos de encima

Imagen
Fecha Publicación: 10/03/2022 - 22:20
Escucha esta nota

Por Edistio Cámere

En una tienda estaban a la venta un par de loros. Uno declamaba con arte y orgulloso lucía un plumaje vistoso. El otro, en cambio, permanecía callado y no descollaba por el colorido de sus plumas. Sin embargo, el tendero había decidido vender a este plumífero a tres mil y al primero lo cotizó a cincuenta soles. Un casual comprador quedó prendado del loro artista y dijo: -¿Me llevo el de cincuenta soles? A lo que el tendero respondió. –No, señor. Los dos loros se venden juntos. Aquel sorprendido reaccionó: - ¡cómo es que el mudo cuesta muchísimo más! ¡qué absurdo! Y el vendedor retrucó: -Para nada, señor. Ese loro es el compositor.

El consumismo y el populismo pugnan por perfilar cuál es el tipo de consumidor o el tipo de ciudadano que mejor se acomode a su ideología o forma de percibir las cosas.

El populismo, la izquierda para ser más preciso, sobre la base de abstracciones que adquieren la fuerza de un lema, definen y organizan el camino por el cual deben andar, la clase de vivienda que deben habitar, cuánto ganar mensualmente, a quién votar, quiénes son los enemigos comunes, qué profesiones son las que necesita el país y, por tanto, los jóvenes deben elegir entre las ofertadas.

Como la izquierda es incapaz de poner rostro humano y real a sus propuestas -manda la ideología- desconoce que las personas no quieren que les digan que el agua es un derecho y gratuita, quieren que hagan las instalaciones y conexiones necesarias para consumir de acuerdo a las propias necesidades; las personas no quieren escuchar que no tienen, no pueden o no saben, quieren que los gobiernos hagan lo que les atañe, sentando las condiciones: infraestructura, servicios, seguridad, justicia y paz, luego podrán desplegar su vitalidad, creatividad y esfuerzo para buscar la solución a sus problemas pero, sobre todo, podrán ilusionarse y tener esperanza en el futuro. Cuántos ciudadanos viven frustrados porque las ideologías -de la mano con el poder– basadas en las apariencias, deciden lo que es bueno, por tanto, obligan a emitir conductas y tener estilos de vida monocordes.

Cada vez que algún político califica a un sector de la población -automáticamente la reduce a la percepción que tiene de aquella y a la comprensión [quizá prejuiciosa] que guarda de ese calificativo- para conseguir votos o aprobación, lo que en buena cuenta hace es aplanar sus iniciativas, su libertad y su responsabilidad; de esa manera, queda claro que poco le interesa su progreso, más bien, le mueve su afán de confirmarlos en ese estado de inacción, que es alimento para nutrir su autoreferenciamiento y lucrar votos.

El progreso o desarrollo integral de una sociedad pasa por facilitar las condiciones para que los agentes individuales y familiares puedan ejercer su libertad y responsabilidad en la búsqueda de formar patria. Para que la riqueza individual y social refulja con luz propia, requiere de gobernantes con amplitud de miras y que respeten a sus ciudadanos en su dignidad.

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookTwitter Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.