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Radiografía de un caviar

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Fecha Publicación: 22/06/2024 - 22:10
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Hacer la radiografía de un caviar en la educación universitaria es transparentar la historia de vida de un agente que tiene por modus operandi el canje de los principios por la comodidad mercantilista. Hoy, se ha normalizado encontrar, de manera cotidiana, a caviares universitarios que, cual plañideras pagadas, luego de casi dos años de vigencia de la Ley 31520, por un lado, siguen gimoteando por las supuestas bondades de la llamada “reforma universitaria” iniciada con la Ley 30220; y, por otro lado, defienden el lucro, como, por ejemplo, la virtualidad en la educación superior al 100%. Pregunto, ¿Acaso alguien podría exhibir la prueba de alguna huelga de hambre, marcha, o por lo menos reclamo administrativo de algún caviar, o de alguna de sus ONG, exigiendo presupuesto para las universidades públicas? La respuesta es nunca.

En verdad, donde está el mercantilismo, ahí están los caviares. Cuando ellos invocan la palabra calidad universitaria, asocian la inversión privada únicamente al lucro, y no al cumplimiento irrestricto de una educación como derecho, como bien público, y con pertinencia social. Por supuesto, todo caviar dice, de los dientes hacia afuera, que la educación superior es un bien público, pero vive feliz confundiendo a la gente, celebrando su pretensión de resaltar características de la educación universitaria privada que colindan con el servicio público. Para ellos, el artículo 58 de la Constitución Política no diferencia a la educación de los servicios públicos. Dicho comportamiento caviar no es casual, pues, gracias a esa interpretación defectuosa, personajes caviares como Jaime Saavedra, Daniel Alfaro y Ricardo Cuenca.

Los caviares se han inoculado en la cabeza un ponche discursivo tal, que niegan que luego de casi diez años de vigencia de la ley 30220, Sunedu terminó siendo el mejor guardián de las universidades privadas con fines de lucro, en perjuicio de las universidades nacionales. Por ejemplo, acerca del lucro en la educación superior, Ricardo Cuenca señaló, en su momento, que, ante la ausencia de regulación directa del Estado al sector privado, corresponde que lo privado vaya avanzando con las leyes del mercado.

En verdad, Cuenca es un caviar cómodamente instalado en el mundo mercantilista, pues vive de las consultorías del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) al Estado, y hasta de un sueldo del Estado, pues es flamante profesor ordinario de san Marcos. Cuenca se ha dedicado al mercantilismo, a privilegiar a las universidades con fines de lucro. Cuenca es un caviar típico, ambiguo, pobre de conceptos, y temeroso que se le note el fustán rosado. Por su lado, Jaime Saavedra, su co-caviar, ha señalado, con orgullo caviar, después de haber sido ministro en dos gobiernos, que los peruanos en materia educativa, “Estamos Tarde”. Para los caviares, los universitarios peruanos estamos “siempre tarde”; pero, la verdad es que ellos siempre tienen la consultoría necesaria para una vez más extender esa supuesta demora.

Finalmente, hacer la radiografía de un caviar, y del mundo caviar en la educación universitaria peruana, es transparentar la historia de vida de un operador político, como Ricardo Cuenca y sus co-caviares, que tienen por modus operandi el canje de los principios por la comodidad mercantilista.

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