Rafael López: Una alcaldía no es garantía para una presidencia
Rafael López Aliaga es todo un personaje político y empresarial que ha logrado, en poco tiempo de participación pública, un puesto importante en el protagonismo político. Exitoso y orgulloso de su esfuerzo. ¿Qué empresario no es argulloso por sus logros? No culpo a López Aliaga por ello. Sin embargo, y aunque él no lo reconozca e incluso lo niegue, es una figura de derecha y percibido como tal. Por lo tanto, está bajo su responsabilidad hablar poco y hacer más. Está bajo su responsabilidad no hacerse de enemigos ideológicos y unir a este sector que no termina por dibujar una representación tácita. Rafael, las emociones en la juventud son entendibles y justificables; pero los descontroles emocionales en la adultez son terquedad. Y no le conviene ser terco.
Una alcaldía no logrará que gane una elección presidencial. Mucho menos si una reciente encuesta arroja una desaprobación del 64% en el primer año de gestión. La historia nos ha demostrado que una alcaldía no es garantía para una presidencia. Excepto, por el breve ejemplo de Guillermo Billinghurst, el famoso “Pan Grande”; quien fue alcalde de Lima y logró la presidencia. Pero eso fue hace más de cien años. Así que, si desea revertir a la historia y cambiar parte de la teoría política que se nos ha enseñado, usted, señor alcalde, deberá hacer las cosas enfocadas en forjar la ideología que demuestra que la derecha social de este país hace lo que dice. Basta de decir y no hacer. Eso está destruyendo la esperanza de ser un país distinto. Y ningún grupo político actual está escarbando en esa línea. Por eso los caudillos nos persiguen, y están destruyendo nuestra economía y país.
López Aliaga ganó el sillón municipal con el 26,28 por ciento. El margen que lo separó del encarcelado Daniel Urresti fue realmente mínimo, pues este último obtuvo 25,37 por ciento. Estos resultados son los más bajos obtenidos en toda la historia de las elecciones municipales en Lima desde la restauración de estos comicios, al término de la dictadura militar. En resumen, López Aliaga no debe sentirse seguro de que fue una “gran victoria”. Los limeños votaron por él con resquemor, muchas dudas, un suspiro de “a nada” y un reojo de desconfianza. Su gestión inició con una gran pregunta de los limeños de las periferias, a veces llamados conos: ¿Qué hará este alcalde? Porque su público objetivo, nuestros amigos del Opus y los que ven al país por encima del hombro, lo van proteger mientras dure. Ellos no cuentan para ganar una elección. Observe a Keiko Fujimori.
Usted es el alcalde de Lima, pero no es el equipo completo. Necesita rodearse de personas que funcionen en su gestión para ejecutar. Recuerde que ahora no solo está haciendo política; también está manejando presupuesto y tiene el poder para usarlo y cumplir sus promesas. Y las personas de las que se rodee son los que lograrán hacer realidad sus promesas. Si se rodea con buenos para nada y poco inteligentes, ese 26 por ciento se reducirá bastante rápido y recuperarlo le tomará años.
Bien por las Ollitas comunes y la renuncia al sueldo de alcalde. Aunque esto último fue comunicado a la opinión pública durante el conflicto que ocasionaron los que no aceptaron la vacancia a un incapaz autoritario de izquierda fanática y tonta, esa noticia pasó muy desapercibida. Asimismo, bien por Soli-Express. Usted no necesita invitar con su dinero a nadie, ni anunciar que se va de viaje con su dinero. Usted no puede usar la pantalla que da la alcaldía para promocionar su ego. Es su primer año, tenemos tres más por delante. No los desaproveche.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.