Recordando hace cuatro años sobre el acuerdo con Odebrecht (II)

El tiempo es el mejor amigo de la verdad y el tiempo pone cada cosa en su lugar, son expresiones que aprendimos de nuestros mayores y que nos han animado a no darnos por vencidos cuando parece que los personajes malos logran imponer “su verdad” y salirse con la suya.
Tal el caso de los nefastos personajes–sin duda marionetas de titiriteros más nefastos aún– que desde fines del año 2016 ejecutaron la trampa del acuerdo con la empresa Odebrecht y cuatro de sus funcionarios, todos ellos corruptos y corruptores en contratos de obras públicas en los que el Perú fue agraviado con sobrevaloración, retraso y hasta abandono de los proyectos y, como si ello no bastara, incluso de cínicos reclamos internacionales.
El Perú hubiera podido tener toda la información acopiada por la justicia estadounidense sobre los delitos de la empresa brasileña, bastando solo invocar la cooperación resultante de tratados internacionales a nivel continental y mundial que obligan al Perú y a Estados Unidos de América.
La mente retorcida de uno o más titiriteros con gran influencia en el gobierno de P. P. Kuczynski y en cierta prensa y opinólogos logró, sin embargo, que en lugar del camino de la cooperación entre países, el Perú siguiera siendo estafado con un acuerdo que solo fue beneficioso y eficaz para Odebrecht y sus ejecutivos.
No tengo duda de que, aparte del enriquecimiento indebido de las marionetas criollas por los beneficios garantizados a la empresa mencionada, también ha habido sobre la mesa “retribución” por el doloso aprovechamiento de ese tinglado para fines de persecución política a personas que nunca tuvieron función ejecutiva y que nunca recibieron aporte alguno del conglomerado brasileño.
Menciono en relación con esto último el caso de Keiko Fujimori, privada de su libertad “preliminar y preventivamente” por casi 2 años, y resalto además que fue durante el gobierno del presidente A. Fujimori que Odebrecht quedó inhabilitada para contratar con el Estado peruano.
Por casi 8 largos años, las marionetas operativas del engaño con el acuerdo con Odebrecht fueron ensalzadas por una intensa propaganda que las hizo no solo intocables, sino hasta presidenciables. Para ello fue necesaria esa otra trampa de la condición secreta del acuerdo, como nunca antes se ha visto ni oído en el Perú.
Todo ese tinglado acaba de caer, gracias a distintas razones, medios y personas, probando así la certeza de las expresiones transmitidas por nuestros mayores.
¡Que el año 2025 venga repleto de bien para el Perú y los peruanos!

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