Recordemos a los despreciables, culpables del caos
Cómo será de extrema la maldición que embarga al país, que la gente olvida, perdona o lo que fuere a quienes dieron origen al tormento que hoy vive el Perú. Nos referimos al miserable Vizcarra y a los pervertidos caviares. Toda sociedad debe responsabilizar y castigar a quienes le causan estragos. Esto no aplica para el peruano. Acá impera la displicencia, indiferencia y amnesia. Síntomas de gente descastada.
Estamos en pleno camino al comunismo más perverso y chabacano, por cicatería de traidores que antepusieron sus intereses desmantelando la organización de nuestro Estado de derecho y del sistema democrático, destruyendo al Apra y al fujimosismo –bastiones anticomunistas– solamente para atornillarse ellos en el poder. Hablamos de los caviares, aliados a fariseos como PPK, que hipotecaron su imagen endosándoles el control del país a modo de póliza de seguro para que les permitiesen gobernar sin acusarlos de las corruptelas que arrastraban desde antes. Aunque, por supuesto, nos referimos muy en especial a felones como Vizcarra, que pisotearon la Constitución y le abrieron las puertas al comunismo para que se instale cómodamente, vía una elección amañada por el rufián Vizcarra a través de aquel aborto que creó llamado la Junta Nacional de Justicia. Aunque ese no es el único prontuario que arrastra este vil sujeto apellidado Vizcarra. La Fiscalía le imputa graves actos de corrupción durante su paso por la gobernación moqueguana. Además, él mismo se autoinculpó de obstruir a la Justicia urdiendo trampas con sus secretarias; una de ellas premiadas por el actual régimen con un puesto remunerado con once mil soles.
Asimismo Vizcarra abandonó a la población para generar –adrede– malestar social agudizando la crisis de la covid, al extremar las diferencias entre las capas sociales. De esa forma contribuyó a exacerbar los ánimos entre la población, induciéndola a votar por quien esgrimiese la bandera de la reivindicación social. Vale decir, por Castillo. Lo hizo ignorando el reclamo nacional para que compre pruebas moleculares, camas UCI, respiradores mecánicos, plantas de oxígeno y, finalmente, la vacuna anticovid. Esta última la adquirió al precio más alto del orbe. Es más, recién empezó a llegar al país a finales del año pasado, cuando ya había ingresado una segunda ola crítica de contagios que produjo más de 200,000 muertes de gente que, en su enorme mayoría, nunca debió fallecer, de haber atendido Vizcarra los ruegos de médicos, enfermeras, el periodismo escrito de oposición y los partidos Apra y Fuerza Popular. Pero los caviares –con ellos gente impresentable, como el gerente del Banco de Crédito, la Confiep y, en general, toda esa masa amorfa que comprende en su mayoría a la derecha, aunque hoy renieguen muchos de ello– endiosaron a Vizcarra al extremo de volcarse violentamente a las calles para protestar por su destitución, destrozando Lima y provocando los “muertitos” que necesitaban los caviares para imponer en la presidencia a su “príncipe”, el abyecto Sagasti, y controlar férreamente los hilos del poder con miras a la elecciones.
¿Resultado? Hoy el comunismo reina en el Perú .