Recuerde a su distinguido abuelo, ministra

Hania Pérez de Cuéllar, ministra de Vivienda, Construcción y Saneamiento dirige una cartera compleja que, además, junto con la de Transportes y Comunicaciones, es uno de esos panales de rica miel al que mil moscas corruptas incesantemente acuden, en procura de fórmulas –cada cual más sutil, sofisticada y profesional– para robarle a manos llenas a los peruanos.

Cartera compleja, decimos, porque, aparte de responsabilizarse del desarrollo de la vivienda –en un país con enorme déficit en esa materia– también tiene la función de supervisar la empresa estatal encargada de una actividad vital, como es el abastecimiento de agua potable. Al respecto, cada día que pasa Sedapal acumula –uno tras otro– severos problemas que, en algún momento, van a colapsar, perjudicando a millones de peruanos.

Desde escándalos por corrupción –que entorpecen al Estado para atender la sed de muchos millones de peruanos que carecen de conexión al agua potable en sus casas– a un inestable abastecimiento de este elemento vital en condiciones, muchas veces, deplorables; además de atascos de desagües consecuencia del mal estado de los sistemas de alcantarillado en muchos distritos capitalinos.

Todo ello es corolario de pusilánimes gobernantes que no tuvieron –ni aparentemente lo tiene la actual mandataria– el coraje de privatizar un servicio fundamental para proveer, con el mayor esmero, la producción y el abastecimiento de un ingrediente fundamental para toda sociedad. ¡Hablamos del agua potable, acompañada de un buen sistema de alcantarillado! En este orden de ideas, la señora Pérez de Cuéllar –depositaria de un apellido con trascendencia al servicio del país, forjado ejemplarmente por su destacado abuelo, Javier Pérez de Cuéllar, de relevancia universal– no solo debiera ser, sino parecer correcta y pulcra en todo momento. Lamentablemente, esto no se condice con su obstinación en mantener en el puesto de jefe del programa “Agua Segura para Lima y Callao” a Jorge Gómez Reátegui, quien encara una investigación por corrupción debido a hechos ocurridos mientras fue ministro de Transportes y Comunicaciones durante el régimen del también investigado por corrupto, Martín Vizcarra. ¡Basta el hecho que este funcionario esté investigado por corrupción, para que lo releve en el acto! Ello tomando en cuenta la pésima experiencia que, hace ya demasiado tiempo, transpira el sector ahora a cargo de la señora Pérez de Cuéllar. Es más, el texto de su juramento frente a la presidenta Boluarte, la obliga a hacerlo como profilaxis
Otrosí. Esta semana varios millones de limeños enfrentarán un desabastecimiento de agua potable por tiempo desconocido. Unos hablan de dos días, otros de cuatro; algunos tendrán que soportarlo por tiempo todavía indefinido. Un infame atropello, conociendo que Sedapal es una empresa pública ineficiente, en la que desconfía la ciudadanía por su tradicional falta de transparencia –y de palabra– para cumplir sus obligaciones.

La ministra Pérez de Cuéllar alega que el corte de agua no depende de ella, porque “Yo no tengo injerencia en el manejo de Sedapal”. ¡Pero si usted es la ministra de Vivienda, Construcción y SANEAMIENTO, señora Pérez de Cuéllar! Cumpla entonces sus funciones a cabalidad.

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