Referéndum contra la constituyente
Perú es un país partido en dos porque un vicepresidente felón complotó para asumir la jefatura del Estado y luego, de la mano del encargado de la presidencia nacional por el Parlamento, se abocaron a traicionar a media nación, favoreciendo criminalmente los intereses del comunismo. Hoy somos una sociedad que se enfrenta ineludiblemente al choque de trenes. Vale decir, a un periodo de pugnas callejeras como las que vemos hace ya casi un mes. ¡O quizá, a alguna crispación mucho peor! Porque, amable lector, abrirle las compuertas al castrismo y al chavismo –la mejor descripción del comunismo sudaca que profesa el partido Perú Libre que postuló a la presidencia a Pedro Castillo- significa que emprenderemos la marcha al desastre, tan bien representado por las dos sociedades pauperizadas y castradas de libertad en la región: Cuba y Venezuela. Una cosa es idealizar el triunfo de un improvisado sin idea alguna en gestionar un Estado, sin tener elementales conocimientos sobre micro y macroeconomía, ni de sociología ni de las demás ciencias que intervienen en resolver las necesidades de lo que es una patria tan compleja como la peruana. Pero otra cosa es pisar tierra, para vaticinar las catastróficas consecuencias de establecer ese régimen estalinista en el Perú a través de alguna asamblea constituyente, que calcará los preceptos aplicados tanto en Cuba como Venezuela con los infaustos resultados que exhiben ambas naciones.
Tras la connivencia pactada entre el farisaico Sagasti, el esperpéntico Jurado Nacional de Elecciones y el infumable comunismo castro-chavista, resulta imprescindible sacar adelante una propuesta patriótica e inteligente, como la sugiere el colectivo que lidera Lucas Ghersi, joven valor especializado en el campo abogadil, aunque asimismo con incuestionables agallas y talento político. Plantea una iniciativa ciudadana para que, a través de un referéndum, se modifique el artículo 206 de la Carta actual prohibiendo la asamblea constituyente como camino para cambiar la Constitución. Concretamente, busca ponerle mayor énfasis a dicho artículo, definiendo que el Congreso es el único medio autorizado para renovarla y/o transformarla. La asamblea constituyente que propulsa el comunismo es la vía perversa que impusieron Chávez, Ortega, Correa y Morales para capturar todo el poder, hacerse reelegir indefinidamente, e implantar el estalinismo como mecanismo para someter a sus pueblos. La asamblea constituyente, dice Ghersi, “supone un organismo de Estado con poderes i-li-mi-ta-dos (…) Acabaría con los principios básicos de un Estado de Derecho, y sus decisiones no estarían sujetas a control alguno (por el poder Legislativo, Tribunal Constitucional, etc.)”.
Sin demora, el colectivo que lidera Ghersi ya recabó los kits electorales y el permiso de ONPE para imprimir los planillones e iniciar la recolección de firmas. La expectativa es lograr 3 millones de estas. Se trata, entonces, de una oportunidad adecuadamente planificada, cuya ejecución exitosa dependerá solamente de la motivación que consiga despertar entre la ciudadanía. No existe hasta este momento alternativa alguna a esta propuesta. Aunque es evidente que dadas las evidencias de ser proclamado Castillo, el comunismo presentaría de inmediato su convocatoria a la constituyente. ¡Deseamos el éxito de esta patriótica iniciativa!