Reflexiones de un 7 de junio

Este domingo los peruanos haciendo uso de nuestro derecho de elegir, derecho que aún conservamos por vivir en democracia, podremos asistir a votar para decidir el futuro de nuestro país.
Hemos vivido ocho semanas de tensión política, enfrentados entre dos posiciones totalmente opuestas de dos candidatos que han tratado de convencernos con sus propuestas, pretendiendo ganar adeptos que les permitan lograr los votos suficientes para llegar a Palacio de Gobierno.
No recuerdo haber visto un proceso electoral tan intensamente disputado en el que se hayan involucrado, como en esta campaña, jóvenes estudiantes, adultos mayores, profesionales, gremios, policía, iglesia, fuerzas armadas, emprendedores, artistas, deportistas, etc. He visto con sorpresa que muchos de los que por su pasividad e indiferencia durante años han sido cómplices silenciosos de gobiernos mediocres, ahora han reaccionado con firmeza y decisión saliendo de su zona de confort para defender la DEMOCRACIA y LA LIBERTAD.
En este momento es difícil predecir o afirmar con contundencia qué opción será la ganadora. Quizá deberíamos enfocarnos en pensar qué actitud deberíamos asumir y exigir en el escenario que la propuesta democrática sea la elegida con el voto mayoritario de los electores.
Primero lo que deberíamos hacer, los que creemos en un Perú con futuro, es agradecer y reconocer que el pueblo ha decidido dar una última oportunidad a un gobierno de derecha para que pueda corregir el rumbo y la orientación de su gestión.
Las promesas de salud, comida y trabajo deben implementarse desde el primer día. La orientación social tiene que hacer la diferencia. Debe haber un antes y un después en la calidad de la gestión. La salud tiene que ir más allá de estar vacunados. La pandemia ha develado la deficiente infraestructura hospitalaria. En memoria de nuestros muertos tiene que corregirse desde ahora para comenzar a disminuir la tremenda brecha existente. En paralelo tenemos que proveer de servicios básicos a los peruanos olvidados de la periferia y de las zonas rurales, abandonados durante dos décadas. Es lamentable tener que reconocer que esta mezquindad se ha producido cuando más recursos hemos tenido por la bonanza de nuestra economía.
Debemos fortalecer de inmediato al peruano emprendedor, generando demanda por parte del Estado. El agro tiene que volver a germinar con esa buena sociedad propuesta: “minería para el agro”. Por nuestros niños debemos recuperar la calidad de la educación pública para ofrecer una educación con valores.
El turismo no puede ser ninguneado. El Perú post pandemia tiene que volver a ser muy “sexy” para todo el mundo.
El aprendizaje ha sido duro. Tenemos que volver a creer que juntos podemos generar un cambio hacia adelante. Pero sobre todo debemos entender que, si nos dan la oportunidad, no podemos volver a defraudar.

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