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¿Reforma política para reducir la política?

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Fecha Publicación: 03/02/2020 - 21:40
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Parto de la premisa que los miembros de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política son personas con altas calificaciones académicas en Ciencia Política y que son bien intencionadas. Pero al interior del grupo de trabajo no tienen el equilibrio de especialistas que hayan tenido cargos partidarios de importancia, que sepan lo que es desarrollar una campaña electoral, que hayan sufrido derrotas y festejado victorias dentro de una organización partidaria. Al no tenerlos, siguen siendo astrónomos programando el alunizaje de astronautas, teólogos haciéndole el compliance a Odebrecht, politólogos tratando de reglamentar la política.

Luego de experimentar mucho, en Estados Unidos se dieron cuenta que no se puede prohibir el financiamiento particular de las campañas electorales, simplemente porque resulta ineficiente y solo crea incentivos para el aporte clandestino y malicioso. Es mejor transparentarlo por completo, evitar que una sola empresa financie todo el presupuesto de un candidato para diversificar las fuentes de los aportes y, eso sí, facilitando la fiscalización de una poderosa Contraloría para que los aportantes no tengan privilegios al momento de contratar con las entidades públicas dirigidas por sus otrora candidatos favorecidos. Hay grupos delincuenciales vinculados al narcotráfico, a la minería aurífera clandestina y madereras ilegales, dispuestos a asumir riesgos para financiar a quienes serán sus próximos representantes políticos. Gobiernos totalitarios como Cuba y Venezuela enviarán dinero aunque la ley lo prohíba, y si sus candidatos ganan, no habrá fiscalización posterior posible. Ante ello, no tiene sentido condenar a los candidatos moderados y honestos a la pobreza de recursos, es preferible dar libertad y que el dinero dependa de la credibilidad y la confianza que despierte cada candidato, a la calidad y representatividad de cada lista parlamentaria.

Espero que se haya comprendido que no existe democracia sin partidos políticos sólidos y organizados en torno a un sistema coherente de ideas, provistos de una razonable disciplina interna que permita su acción política permanente. Pero eso solo se consigue dándole poder a una dirigencia elegida en democracia interna con congresos nacionales donde cada delegado sea elegido por sus bases en procesos controlados por la ONPE. Algo similar debe ser la elección de las listas para cada distrito electoral, otorgando poder al militante y no en primarias abiertas que regalan la decisión a individuos no comprometidos ni con la acción política del partido ni con su sistema de ideas. Tengo fe en que, luego de las cruentas batallas libradas, prevalecerá la cordura y la racionalidad.