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Regionalización fallida

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Fecha Publicación: 10/12/2024 - 22:10
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Jaime Miranda Sousa, también apreciado columnista de EXPRESO, al igual que centenares de personas más, ha calificado con acierto que uno de los graves problemas que afectan la paquidérmica administración del Estado es la fracasada regionalización del Perú y que esta debe ser corregida prioritariamente. Añade que el responsable de este rompecabezas territorial fue el presidente Toledo, ya que este creó 26 regiones montadas sobre los mismos departamentos existentes y la Provincia Constitucional del Callao y, además, añadió a Lima Metropolitana. Coincidimos plenamente en que esta elefantiásica división política regional no es lo que concibieron los constituyentes de 1993 y menos lo previsto por la Constitución en vigor, pero plantarle el exclusivo sambenito por el desaguisado al exmandatario resulta exagerado, por no decir injusto. Vayamos por partes y cucharadas.
La Carta de 1993, en el capítulo de la Descentralización, estableció que el proceso de regionalización se llevaría a cabo progresivamente mediante referéndum y a través de la unión de dos o más circunscripciones departamentales contiguas integradas histórica, cultural, administrativa y económicamente. Durante el régimen fujimontesinista y el posterior gobierno de transición democrática, poco o nada se avanzó al respecto.
En el 2001, apenas iniciado su período presidencial, Alejandro Toledo puso en la agenda nacional dar cumplimiento a este mandato constitucional. Si bien en el 2002 se eligieron los gobiernos regionales sobre la base de los departamentos, el objetivo gubernamental siempre fue lograr alcanzar la conformación de las macrorregiones acorde a lo dispuesto por la Ley N.º 27783 de Bases de la Descentralización (17/7/2002) y la Ley N.º 27867 Orgánica de Gobiernos Regionales (18/11/2002). Con el mismo propósito, se creó el Consejo Nacional de Descentralización (CND), que lideró técnicamente el proceso y cuyo titular tuvo asiento en las sesiones del Consejo de Ministros.
En el 2005, el JNE convocó para el 30 de octubre de ese año la primera consulta popular sobre la propuesta de integración de cinco regiones que fueron: Región Nor-Centro-Oriental (conformada por Áncash-Huánuco-Junín-Lima Provincias-Pasco); Región Cusco-Apurímac; Región Ica-Ayacucho-Huancavelica; Región Sur Andina (Arequipa-Puno-Tacna) y Región Norte (Lambayeque-Piura-Tumbes). Todas las propuestas regionales fueron desaprobadas por más del 70 % de los votantes, con excepción de Arequipa, donde se aprobó con más del 53 % de los electores. Hay que decir, en honor a la verdad, que la coyuntura política en que se desarrolló el referéndum fue contraria al gobierno de turno y que la cerril oposición encabezada por el APRA, que controlaba doce de los gobiernos regionales de entonces, fue determinante para el fracaso del primer y hasta ahora único proyecto macrorregional.
Se podrá alegar lo que se quiera para justificar la frustración de esta iniciativa de regionalización. Sin embargo, ayer como hoy, la confrontación política, sumada a intereses subalternos y hasta cainitas, es la principal explicación, aunque no la única. Quien pergeña estos renglones lo vivió en primera persona por ocupar el cargo de ministro de Justicia en el último gabinete del presidente Toledo. ¡Amén!

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