Relación entre Perú y China en gobierno de Trump

Ser sentencioso sobre lo que le espera al Perú en el nuevo mandato de Donald Trump es aventurado; en la opinión inevitablemente existirá mucha componente emocional sobre la figura del republicano y de la derecha conservadora norteamericana. Haciendo un esfuerzo para ser objetivo, hay una variable ineludible: la posición que tiene el presidente electo sobre China, que nos pone de por medio.
Trump siempre ha sido promotor de la confrontación empresarial con China, utilizando como herramienta la imposición de aranceles a los productos provenientes del país asiático. En el terreno tecnológico vetó a la empresa Huawei, sacándola del mercado de telefonía móvil estadounidense; sin embargo, eso no ha significado el cierre de la empresa porque tiene participación competitiva a nivel mundial en la tecnología 5G, inversores (equipos usados en la generación solar) y robótica.
Perú aparece de por medio por ser el segundo destino latinoamericano de la inversión china, a la vez que es nuestro principal socio comercial. Han invertido en los últimos 22 años la suma de 38,000 millones de dólares (MMUS$), y en la presente semana se inaugura el puerto de Chancay, que será el principal “hub” comercial marítimo de Sudamérica. A lo señalado, es altamente probable que se agregue la inversión china en un acuerdo de gobierno a gobierno para el Tren de Cercanías Lima-Ica, con una inversión del orden de 3,000 MMUS$. Queda claro que somos el gran referente en la costa del Pacífico, así como lo es Brasil en el Atlántico.
En este contexto, es más que evidente que habrá presión de la administración Trump para limitar la inversión asiática en nuestro país. Necesitamos inversión en infraestructura que Beijing está en condiciones y predisposición de realizar, mientras que las empresas americanas y europeas no se animan a realizarla. Corresponderá a la Cancillería peruana hacer de equilibrista entre los Estados Unidos y China.
Lo más complicado es que le corresponderá al gobierno sin norte de Dina Boluarte poder llevar la complicada relación durante los 19 primeros meses de la gestión de Trump, período que para cualquier gobernante es cuando tiene los mayores bríos para ser reformista. No hay que olvidar que los aranceles también pueden estar en juego en nuestro caso.

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