Repasando la lección
Siendo evidente que el presidente Castillo está rodeado de individuos de tan dudosa moralidad que el Ministerio Público los investiga como banda criminal, su continuidad pende de un delgado hilo, apenas un puñado de votos para la vacancia y algo menos para la acusación constitucional. La situación es sumamente grave, la economía del país ha sido severamente dañada por la paralización del sector minero formal, propiciado increíblemente por la misma extrema izquierda que debería preocuparse por gobernar. Se anuncia también una severa crisis en el sector agrario para antes de final de año, consecuencia del desprecio por el limitado poder gubernamental que la democracia otorga al ganador de las elecciones, ellos quieren todo el poder y por eso desalientan la inversión y destruyen la confianza de los peruanos en su futuro. Antes de cumplir un año con el sindicalista del SUTE-Conare en Palacio, las agrupaciones con representación parlamentaria preparan la necesaria negociación para la próxima mesa directiva, pues el nuevo presidente del Congreso podría ser el próximo presidente interino del Perú.
Con todos sus defectos, provenientes del desprestigio de la actividad política y la no reelección parlamentaria, el actual Congreso ha cumplido con el principal mandato popular: impedir que la minoritaria extrema izquierda convoque una Asamblea Constituyente de composición digitada por el Ejecutivo y no por los electores. Felizmente, la opinión pública percibió que los necesarios cambios en el texto constitucional no podían producirse al interior del instrumento diseñado por el Foro de Sao Paulo para destruir la democracia representativa y llevarnos al socialismo bolivariano. Ciertamente, está pendiente debatir y aprobar tanto una verdadera reforma política que fortalezca la democracia con nuevos y modernos partidos, como la reforma constitucional que perfeccione las relaciones entre los poderes del Estado.
Por encima de las diferentes perspectivas ideológicas y sensibilidades políticas, todos deberíamos recordar que la convivencia pacífica, premisa para una estabilidad política que permita desarrollo económico, exige de cada uno tolerancia y respeto por las ideas ajenas; y claro, un compromiso de diálogo y acuerdos considerando las capacidades de cada grupo parlamentario, a fin de construir un mejor futuro para las próximas generaciones. Así, no es democrático pretender que quienes apoyaron a Castillo y ocuparon ministerios en este desastroso gobierno prevalezcan sobre las agrupaciones mayoritarias, pues el número de escaños corresponde a la confianza del electorado; o que grupos sin representación política quieran imponer elecciones generales o una mesa directiva minoritaria intimidando al Congreso. Por el populismo de Vizcarra, la caída de Merino y el sorprendente ascenso de Sagasti, llegamos al triunfo de Castillo. Los errores siempre tienen consecuencias.
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