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Resentimiento, complejo social y odio

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Fecha Publicación: 06/08/2021 - 00:00
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El fragor e indignación desatados entre algunos peruanos, como este escriba –a raíz de la disrupción sociopolítica provocada por un presidente electo en comicios jamás auditados, pese a la presunción de fraude electoral; y a la actuación de un incompleto JNE indebidamente manejado por su máxima autoridad con doble voto personal– nos distraen de huellas de enorme peligro que merecen ser estudiadas. El mensaje a la nación de Pedro Castillo, a raíz de asumir la presidencia, revela su estilo vengativo, acomplejado, amenazante, retorcido y absolutamente confrontacional, como jefe de un Estado que ha llegado al poder para instalarse en él sin fecha de salida. El mensaje de marras empieza poniéndole énfasis a un resentimiento social que es característico de seres plenos de animadversión personal, volcada a sus funciones en la vida cotidiana. Gente taimada que explota su cuarto de hora de éxito para saciar su odio recóndito y hacerlo saber de la manera más retorcida e insultante que le es posible. Pedro Castillo aprovecho la presencia de un invitado de lujo para hacerle un desplante digno sólo de hombres sin compostura. No de personas educadas. Ante Felipe VI, Rey de España, y diversos huéspedes ilustres de diferentes países, espetó lo siguiente: “Durante cuatro milenios y medio, nuestros antepasados encontraron maneras de resolver sus problemas y de convivir en armonía con la rica naturaleza que la providencia les ofrecía. Fue así hasta que llegaron los hombres de Castilla, que con la ayuda de múltiples felipillos y aprovechando un momento de caos y desunión, lograron conquistar al Estado que hasta ese momento dominaba gran parte de los Andes centrales. La derrota del incanato, dio inicio a la era colonial. Fue entonces, y con la fundación del virreinato, que se establecieron las castas y diferencias que hasta hoy persisten. Los tres siglos en los que este territorio perteneció a la corona española le permitieron explotar los minerales que sostuvieron el desarrollo de Europa, en gran parte con la mano de obra de los abuelos de muchos de nosotros. La represión a la justa revuelta de Túpac Amaru y Micaela Bastidas terminó de consolidar el régimen racial impuesto por el virreinato: acabó con las élites andinas y subordinó aún más a la mayoría de los habitantes indígenas de este rico país.” Malacrianza encajada temerariamente contra quien encarna a una gran nación, amiga del Perú, que siempre ha ayudado a consolidar su avance dentro de la comunidad internacional. Vil brulote por el cual expresamos nuestro más hondo repudio y firme protesta. Por lo demás, un acto de revancha muy chusco, que no daña a la persona que lo hizo sino que –si cabe aún mayor aniquilamiento– perjudica al Perú, exhibiéndolo mundialmente como campo minado por el comunismo más nocivo, afín a sendero luminoso y al castro/chavismo.
Este hecho premonitorio del proyecto internacional que desarrollará el régimen Castillo –patrocinado por el procubano Héctor Béjar, blandiendo la bandera del odio de clases, resentimiento social y complejo de inferioridad– exhibirá al Perú como el país vindicativo que, decididamente, no lo es.

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