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Respeto e imparcialidad

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Fecha Publicación: 06/06/2021 - 20:20
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Asistimos a un periodo de nuestra historia caracterizado por variaciones que se nos presentan de modo inesperado, lo que genera grandes conmociones políticas sociales económicas y hasta culturales. Abrumados por las imponderables urgencias, algunos han caído en excesos, en la búsqueda de una seguridad que les garantice un futuro mejor, que creen lograr con un acto electoral.
Al escribir esta columna aún no se sabe el resultado de las elecciones presidenciales. No obstante, hay que adelantar que el sufragio se enmarca dentro de preceptos de la democracia, a los que se han sujetado ambos partidos. Y esta misma democracia está basada, como muchos actos humanos en algo fundamental: respeto a los resultados, así como a los adversarios. Entendido el respeto como acatamiento – sin veneración- pero sí con la debida consideración hacia la voluntad mayoritaria expresada. Así como apertura para escuchar opiniones o iniciativas de otros. Esta es la base para lograr los consensos, ahora necesarios, para conciliar posiciones en aras de la gobernabilidad
Habrá gritos de ¡fraude!, algo nada raro en el Perú, que vive hace años en un engaño colectivo. La palabra perdón (sin reparar el daño); la disculpa para pretender librarse de culpa, o el llamado sinceramiento para aclarar mentiras o errores de cifras, se ha hecho tan común en todos los estratos. Los más comprometidos o creyentes fueron a votar, exponiéndose a contagios. Los cautos sacaron cerca de ocho mil millones de dólares al extranjero y viajaron para vacunarse. Tolerancia para los que claman vivir en libertad.
La elección ha desatado las más diversas emociones. Pero ninguno de los elegidos –en un costoso sistema de “segunda vuelta” que no se aplica en países desarrollados- representa cabalmente la voluntad popular. No solo por el porcentaje de votos totales de los favorecidos, sino por la propensión al antivoto. Quien salga favorecido aún bajo normas discutibles, en las que el voto es obligatorio, debe ganarse legitimidad a través de acciones correctas en favor de las mayorías del país.
Quedará en el recuerdo que hubo abundancia en interpretaciones de tendencias foráneas, hechas bajo supuestos ideológicos, ajenos al Perú. Vivimos el acoso de “expertos”, “analistas” y muchos que se creyeron con la potestad de decirnos cómo debemos votar. Afortunadamente, por el lado más sereno, se hizo evidente que contamos con una reserva de intelectuales que viven en el país - entre ellos colegas escritores- quienes han mantenido imparcialidad en este proceso electoral. Lo que será necesario es procurar armonía y distensión en una sociedad polarizada. Los que mostraron imparcialidad son los llamados ahora a ayudar a encontrar consensos necesarios.
En ese contexto, la labor de los diplomáticos peruanos es digna de reconocer . No solo por haber hecho posible que peruanos en el exterior puedan votar en diversos países con distintas normas sanitarias, , sino por haber sabido mantener imparcialidad . Ese elemento de confianza que posibilita cualquier negociación. El Ministerio de Relaciones Exteriores, próximo a cumplir 200 años, es garante de nuestra política exterior –política de Estado-, la misma que representa los intereses permanentes del país.
El respeto a las personas e instituciones es fundamental para actuar en un Estado de Derecho, que permita tanto la gobernabilidad como la más adecuada acción del Perú dentro de la Comunidad Internacional. Frente a la cual nos debemos hacer respetar por nuestra actitud democrática y acatamiento de los principios universalmente aceptados.

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