Restricción de autos usados ayuda, pero no resuelve
El Gobierno acaba de restringir la importación de vehículos usados (livianos y pesados) de cinco a dos años de antigüedad (y/o de 80 mil a 32 mil kilómetros de recorrido) con el argumento de combatir la obsolescencia del parque automotor.
Actualmente, nuestro parque automotor asciende a 3 millones de vehículos, de los cuales, 2.5 millones están inscritos en Lima, de los cuales, nada menos que 800 mil se habrían importado usados (Asociación Automotriz del Perú-AAP).
Así las cosas, nuestro promedio de antigüedad es de 13 años (en el 2009 era 17 años), superior a los parques automotores de Argentina (14 millones), Chile (6 millones) y México (32 millones) en donde “la antigüedad bordea los tres años” (AAP).
El parlamentario andino Mario Zúñiga sostiene que esta restricción provocará un aumento de precios de los autos. En el 2019 se importaron 149,641 autos nuevos y solo 2,542 usados, es decir, la importación de los autos usados no era muy significativa. La venta de autos ha venido en picada desde el 2018, en que la Sunat aumentó el Impuesto Selectivo al Consumo (ISC). La venta cayó de 164 mil autos en el 2017 a 152 mil el 2019.
Pese a lo esmirriado de nuestro parque automotor, Lima ocupa el tercer lugar entre las ciudades con mayor tráfico en el mundo (ranking Tom Tom de Países Bajos, que fabrica GPS automotriz). Increíblemente, ahora superamos en embotellamiento a ciudades como México, Sao Paulo y Moscú, y solo nos ganan Bogotá y Bombay (India).
¿Cuál es la causa? Son muchas, pero dos de ellas son las más significativas: el nulo desarrollo vial y la carencia de transporte masivo, que se asocia a otros dos factores: uno estructural, el magro presupuesto de la ciudad de Lima, y otro coyuntural, a los celos políticos que despertaron los alcaldes de Lima Metropolitana (Luis Bedoya, Alfonso Barrantes, Ricardo Belmont, Alberto Andrade, Luis Castañeda, etc.) a los presidentes de turno al utilizar el sillón municipal como trampolín a la Casa de Pizarro.