¿Revolución o robolución?
Mirando todo lo que viene sucediendo en el plano político peruano desde hace tres décadas durante las cuales la concentración de poder ha dado lugar a gigantescos casos de corrupción gubernamental al más alto nivel y por miles de millones de dólares, con varios presidentes camino a la cárcel y cientos de funcionarios involucrados en igual número de procesos penales por la misma causa, aunque la rémora fiscal no ayude mucho para mandar de una vez por todas a la cárcel a los delincuentes de tal nivel luego del proceso judicial respectivo; mirando tal escenario recordé que la misma situación se vivió en el país durante el famoso “Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada” con Velasco a la cabeza.
En tal oportunidad, con un pueblo harto de las debilidades del gobierno belaundista y de la corrupción desatada al interior de este, aplaudió a rabiar el golpe militar que lo derrocó y les brindó a los generales golpistas un respaldo que superaba el noventa por ciento de la población sedienta de cambios.
El llamado gobierno revolucionario se declaró enemigo de la inversión privada y de los empresarios privados interviniendo el comercio y la industria con las llamadas “Comunidad Laboral” y “Comunidad Industrial”, colocando en el Directorio de las empresas a representantes de los trabajadores donde estos aprendieron a corromperse poniendo precio a sus votos; desató un proceso estatista bajo el disfraz del nacionalismo para hacerse de la minería, el petróleo, el transporte aéreo, la pesca, las comunicaciones, llegando a expropiar a todos los medios periodísticos, entre otros, con grandes inversiones, provocando en el pueblo una sensación de éxito, de progreso y de bienestar general impidiéndole ver que allí comenzaba el gran saqueo de los fondos públicos y el desplome de inversiones y productividad y competitividad y, por ende, la pronta caída absoluta de nuestra economía, acelerada por una reforma agraria que estatizó todo entregando tierra y ganado y cultivos a los trabajadores que no sabiendo qué hacer con ese capital ni entender nada de cooperativismo ni de formas asociativas, en corto plazo se vieron envueltos en una bancarrota total, con corrupción incluida porque los dirigentes siempre salían beneficiados y enriquecidos.
Escuchando la prédica de Perú Libre, del presidente Castillo, Bermejo, Bellido y demás adláteres de la izquierda que predican una nueva revolución al estilo velasquista, pero con ideología comunista totalitaria, no me queda la menor duda que el mensaje es el mismo que utilizó Velasco y que nos llevó a la ruina.
Velasco no generó riqueza pues se valió del crédito externo entregado fácilmente por la inmensa cantidad de dinero acumulado por la OPEP con la reducción de su producción petrolera y el aumento de precios, saturando a los bancos. Cuando llegó el momento de devolver los préstamos, el caos llegó al Perú.
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