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Roguemos por el Perú

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Fecha Publicación: 24/12/2019 - 22:20
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En esta fecha de paz, cuando más de un tercio de la humanidad celebra lo que puede constituir el evento más festejado en todo el orbe, lo que mejor podríamos hacer es rogar a Dios que se acuerde del Perú. Somos un país mayoritariamente cristiano y sin duda de enorme presencia católica. El peruano hereda un ADN marcado por una larga tradición religiosa expresada, fundamentalmente, en el Señor de los Milagros. Un culto que congrega anualmente a multitudes jamás igualadas, que son envidia de políticos y frustración de tanto fariseo que trafica con la fe humana con fines personales y, por lo general, delincuenciales. Pero hoy nos preocupa esta “revolución” mundial basada en el humo del ateísmo y el estiércol del relativismo, que habilísimamente ha estructurado el marxismo debido al ocaso de tantos dirigentes políticos mundiales –particularmente quienes encarnan al siempre mayoritario centro intelectual ciudadano- que han cedido espacio para la creación de lo que se denomina el hombre contemporáneo. Hablamos de un ser despreciable, carente de valores -sobre todo de la auténtica ética humana-, ideado a imagen y semejanza del comunismo del siglo XXI que venera la satisfacción inmediata de la persona como su valor primordial a costa de despreciar fundamentales principios como el trabajo, el sacrificio, el esfuerzo y, sobre todo, el tiempo para lograr madurar cualquier proyecto.

Evidentemente el destape de una corrupción de inimaginable orden de magnitud hizo que, en simultáneo, explote la indignación ciudadana por casi todo el planeta. Fue tras revelarse el affaire de los “Panama Papers”, que involucran a centenares de miles de personas que escondían su patrimonio tras hombres de paja que movían dinero negro blanqueándolo a través de un sistema bancario sumamente corrompido. Desazón que el marxismo supo aprovechar con extrema habilidad para culpar al centroderecha de todo lo que se relacionase con la lacra de la corrupción. Desde luego que los rojos son tan corrompidos como sus contrincantes. Pero encontrándose la prensa mundial bajo control de la izquierda, la verdad oficial se encargó de soslayar esta realidad y colocar al centro y a la derecha en el ápice del escándalo.

Esto, sumado a la reconocida destreza del socialismo para convertir la verdad en mentira y viceversa, fue el fulminante que aplicó el marxismo renaciente para acelerar el paso de una cadena de “reformas” extremadamente sensuales, y captar así las simpatías de una juventud codiciosa por mutaciones usualmente radicales, como suele exigirlo la adolescencia. Las reformas marxistas han calado en los jóvenes, quienes se unieron a las ideas fuerza de aquella batalla contra el cambio climático; la lucha por imponer la igualdad de género (aunque transformado el concepto de la simetría de oportunidades por otro que convierte al hombre en mujer -y al contrario- según el imaginario de quien desee transformarse, casarse e, inclusive, tener hijos -ajenos, desde luego-); y tantas otras ideas “revolucionarias” que llenarían páginas enteras de este periódico.

Hoy, día de Navidad, dediquémosle aunque sea un par de minutos a rogar para que el Perú vuelva a ser una nación de esperanza.