Rojos sin asco
El sábado 16 de julio fue la conmemoración por los 30 años del atentado de Tarata. Un trágico episodio para la historia del Perú. Los terroristas de Sendero Luminoso hicieron explotar un coche bomba en pleno Miraflores, matando a 26 vidas inocentes, dejando más de 250 heridos y a todo un país que aún no se ha recuperado de las sanguinarias garras del terrorismo.
La ceremonia se celebró en la misma calle miraflorina, donde acudieron decenas de personas. Digo decenas con cierta pena, porque esos trágicos capítulos de la historia reciente del Perú deberían ser reconocidos y visitados por todos. Los presentes pudimos escuchar los testimonios de los sobrevivientes, de los familiares de las víctimas y de los bomberos que se acercaron a ayudar en el momento de la tragedia.
Sin embargo, y acá viene mi queja, estoy muy enfurecido con el comportamiento del Ejecutivo. En primer lugar, no hubo ningún representante del Gobierno o del Estado.
La ceremonia fue organizada por la Fundación Juana López en coordinación con la Municipalidad de Miraflores, sin la colaboración del gobierno regional, ni tampoco la ciudad de Lima. ¿Acaso el terrorismo no afectó a todo un país?
Pero lo más curioso vino después. Desde Twitter, el MIMP, cuyo nombre ya debería ser cambiado a Ministerio de la Familia, decidió rendirle homenaje a los “inocentes” que fallecieron en La Cantuta el 18 de julio del 92, dos días después de Tarata. Pero no hicieron NINGUNA mención por el atentado en el corazón de Miraflores perpetrado precisamente por los genocidas terroristas.
¿Cómo es esto posible? ¿No tienen vergüenza, acaso, de demostrar su verdadera afinidad? Luego se quejan del llamado “terruqueo” o de que les digamos filoterroristas. Como buen partido marxista, Perú Libre está copando el Estado con su propia gente para alterar el orden de la historia a su beneficio.
Recordemos, además, que aquellos que murieron en La Cantuta no eran unos pobres estudiantes inocentes. Se trataba de una cúpula senderista que, además, era sospechosa de haber ideado el atentado de Tarata.
Entonces tenemos un gobierno que lamenta la muerte de personas con afinidad senderista, hecho que inmediatamente les quita la inocencia, pero, por otro lado, no tiene opinión alguna sobre la muerte de ciudadanos verdaderamente inocentes.
La impotencia que esto me genera es equiparable solo con la indolencia del resto de peruanos. Se han olvidado de lo que fue esta tenebrosa época para todo el país. No sé si esto es culpa de los padres o de la educación, pero no podemos olvidar el sufrimiento del país, el miedo de los peruanos y el daño irreparable que le causaron al Perú. Un pueblo que olvida su pasado está condenado a repetirlo. No olvidemos nuestro pasado.
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