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Rojos

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Fecha Publicación: 26/10/2024 - 21:30
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Hace algunos días, en mi calidad de Presidente del Consejo por la Paz, asistí a la marcha de los transportistas —con quienes colaboro hace varios años en estricta defensa de sus legítimos derechos gremiales— en un acto de apoyo que, en verdad, era de solidaridad con todos los peruanos que padecen, como los transportistas, el acoso, hasta ahora indetenible, de la extorsión y el sicariato que crecen impunemente ante la impávida mirada del desgobierno y la ineficiencia del régimen de la señora Boluarte.
Era indispensable hacerlo con la bandera blanca de una institución que trabaja por la construcción de la paz en el Perú, precisamente porque los rojos, como de costumbre, pretendían y pretendieron apoderarse de la marcha cuyo sustento era absolutamente legítimo. Por cierto, su objetivo era otro: pedir la libertad del corrupto golpista Pedro Castillo, exigir una Asamblea Constituyente y toda la monserga que ya conocemos.
No me sorprendió que, a una cuadra del Congreso —que era la meta final—, un minúsculo grupo de rojos castillistas —eran 10 o 12— comenzara a insultarnos y luego a agredirnos lanzando botellas de agua, restos de chifa y otras basuras. Por cierto, luego de lanzar vivas al Perú, les dije claramente: “No me muevo”.
Hace más de 60 años, en un mitin en la Plaza de Armas del Cuzco, un grupúsculo de rojos agredió a ese eminente peruano que fue mi padre político, don Manuel Seoane, a quien le cayó una pedrada en la frente. Pese a ello, con mi madre al costado y la sangre chorreándole, continuó haciendo uso de la palabra. No dio un paso atrás.
Como le comenté a un dilecto amigo, recordando la frase de Talleyrand sobre los Borbón —guardando las distancias—, los rojos nada han olvidado y nada han aprendido: fanáticos, violentos, totalitarios e ignorantes, como los que me agredieron e hicieron lo propio con Seoane. Estoy seguro de que la mayor parte de ellos no ha leído sobre marxismo, leninismo y maoísmo más allá de las consignas que escriben en sus pancartas y, como ocurre con su tan cantada “Asamblea Constituyente”, ni siquiera tienen un planteamiento coherente para una nueva constitución comunista.
Quienes creemos y practicamos la democracia tenemos la obligación moral y cívica de frenar a esta banda depredadora, que aprovecha las libertades fundamentales del sistema para destruirlo y que tanto daño le hace al Perú desde hace mucho tiempo.
Y, por cierto, debemos diferenciar claramente entre los rojos y quienes, engañados por ellos y como protesta frente a una democracia tan mal llevada durante tantos años, pudieran haberlos apoyado como lo hicieron erróneamente con Pedro Castillo. A ellos, tenemos que rescatarlos por el bien de nuestra patria.

Presidente de Perú Acción
Presidente del Consejo por la Paz

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