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Rolando Kattan: “Vallejo es una patria”

Fecha Publicación: 19/07/2024 - 21:50
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La noche del miércoles 17, en Ciudad Librera, en Pueblo libre, pareció develar los misterios de un mundo que transita al revés. Conjurados por Harold Alva, la poesía abarrotó la terraza del acogedor local venciendo al intenso frío que solo atinó a esconderse debajo de los asientos.

De pronto, la imponente voz de Rolando Kattan irrumpió como quien rompe el silencio: “¡Soy peruano! Vallejo es una patria, es una extensión del Perú y toda persona que ama la poesía ama a Vallejo y por consiguiente adquiere la nacionalidad peruana, por eso yo soy peruano”.

La audiencia aprueba y aplaude tamaña confesión, rendida ante la gran verdad de que en nuestro amado Perú “Todas las cosas grandes se inician con una idea en una cabeza despeinada” y “es mentira que todo nos transporte a la muerte”. Escucharlo es un privilegio, todo un honor. Todos los asistentes dejan en un segundo plano las inclemencias del tiempo y olvidan que estamos en invierno. ¿Quién hace caso al intenso frío cuando la palabra se impone con el reinado de su esplendor? ¿Quién en su sano juicio agacha la cabeza ante el brillo de su majestad la poesía? Solo la poesía “está siempre donde los sueños suceden”.

Rolando Kattan, poeta y gestor cultural hondureño, es miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua y ostenta, entre otros galardones, el prestigioso Premio Casa de América. Su poesía es deliciosa, es pensamiento puro, filosofía de vida, es búsqueda y construcción permanente de la belleza donde la palabra es transformada en infinitas expresiones bellas.

El final de la lectura coincide con la danza tímida de las lámparas de neón cuya tenue luz, estoica, hace denodados esfuerzos para seguir de pie en la misma esquina de siempre.

El último verso, del poeta viajero de maleta ligera, es un generoso dardo que agiganta al corazón y lo hace más terrenal y humano: “Es obvio que los sueños nacen en las cabezas dormidas / porque siempre están despeinadas. /Y los amantes que sobre todas las cosas / se despeinan cuando se besan y se aman / por eso les digo: hay que desconfiar de un amor que no te despeina”.

Las sonrisas del público son intensas como diciendo que ahora todo tiene sentido. Vivimos en un mundo al revés, solo así se explica que la lámpara de neón, en silencio, salga disparada en busca de una cabellera.

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