Sagasti respalda a Castillo
Exhibiendo esa estirpe cínica que caracteriza a los caviares, Francisco Sagasti, uno de sus favoritos exponentes, afirma -con esa solemnidad que suele impregnar a sus disparates- que la palabra caviar “ha perdido su significado”.
Desconocíamos que el alcance del término “caviar” -delicatessen preferido de la Rusia de los zares y después manjar de los sátrapas bolcheviques asesinos de 100 millones de no comunistas- ya hoy no exista: Según el beneficiario de aquellas violentas revueltas callejeras ensambladas por su partido Morado para desestabilizar a Manuel Merino (entonces presidente del Congreso que fue delegado como presidente de la República para reemplazar al miserable Vizcarra), emplear políticamente la figura del caviar ”es como si dijéramos ‘la política de los gordos o la política de los flacos’; caviar ahora no significa nada políticamente.
Creo que en algún momento va a salir alguien y va a dignificar la palabra caviar por el respeto a las normas y decir que caviar es el que se comporta democráticamente de acuerdo a los valores republicanos y que no está dispuesto a caer en los extremismos de la derecha o la izquierda”. Un glosario de estupideces, adornado con el tonito de mega superioridad cursi que se arrogan los caviares para enaltecerse con sus acrobacias politiqueras. No, ingeniero Sagasti. Pongamos las cosas en perspectiva.
En política, la palabra “caviar” cobra ahora mucha importancia en el Perú. Implica describir a quienes proclaman ideas de izquierda pero que, en realidad, mantienen un tren de vida con lujos y holguras que paga una sociedad engañada por sus poses ambiguas, ajenas a cualquier compromiso con la acción política que alegan practicar. Porque, al final del día, el caviar no se compromete con nada ni con nadie. Salvo consigo mismo. O momentáneamente, con quienes les sean útiles para sus propósitos personalistas.
En síntesis, caviar es quien vive como rico con dinero del pobre que cree en sus falacias y fantasías. Es decir, promesas elaboradas con humo para engatusar a la platea, y abusar de la confianza depositada en ellos para comportarse a su entera conveniencia.
Los caviares, ingeniero Sagasti, jamás se “comportan democráticamente de acuerdo a los valores republicanos y no están dispuestos a caer en extremismos de derecha o izquierda”, como usted pontifica. Ustedes llegaron por primera vez al poder gracias a la impericia de Toledo; sumada al estilo taimado y al manipuleo político tramposo del caviarismo.
Actuaron como guardia pretoriana toledana. ¡Lo que hacía y decía Toledo era ley para ustedes! Incluso, la entrega de canal 4 a La República/El Comercio, a cambio de su silencio cómplice que desembocó en el más gigantesco escándalo de corrupción que haya conocido el Perú. Toledo salió del gobierno con 35 millones de dólares en sus alforjas, ambos periódicos se catapultaron financiera/políticamente y ustedes felices porque mamaron ilimitadamente del dinero de los peruanos.
¿A esto denomina “valores republicanos”? Ahora, ingeniero Sagasti, ustedes respaldan a un comunista ligado a sendero luminoso. Y ¿a esto llama usted “no estar dispuestos a caer en extremismos de izquierda”? Más sindéresis, ingeniero Sagasti. ¡Basta de engañifas!
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