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A salir del pantano

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Fecha Publicación: 10/04/2024 - 21:40
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A contramarcha y tratando de recuperar el terreno perdido, la FPV acaba de designar al brasileño Antonio Rizola como nuevo director técnico de la selección mayor y que presumimos, como Jefe de la Unidad Técnica, también supervisará el trabajo de las divisiones menores, entre ellas, la infantil que se encargará de jugar el primer Mundial de agosto próximo en nuestro país.

Colombia a órdenes de Rizola ha dado un salto cualitativo impresionante en los últimos 10 años despojando a varios países de sus mejores posiciones en el continente, también en nuestro caso, pagando las consecuencias de su deterioro que luego de todos los honores habidos y por haber nos ha tocado morder el polvo no sólo de la derrota sino de la humillación, cuando nos hemos constituido en coleros sudamericanos.

Algo impensado, jamás advertido por nuestras malísimas autoridades que jugaron a la dirigencia, convirtiendo la federación en un ente recreativo, acaso sin rumbo. Haciendo tontería y media, echando por la borda todos esos títulos y reconocimientos que encumbraron nuestro vóley por todo lo alto. Pensar que cuando teníamos los mejores escenarios y los mayores presupuestos pudiéramos sufrir tan mayúsculo descalabro como si todo lo anterior hecho sólo con cariño, esfuerzo y sacrificio de nobles dirigentes y grandísimas jugadoras fuera un libreto echado al olvido.
Bien se dice y la historia lo remarca con precisión, que el reto no es llegar, el reto es mantenerse y allí se cocinó el perverso objetivo de nuestro vóley en manos de incapaces y aventureros que fracaso tras fracaso, nombramientos y designaciones infelices, han originado que hoy este deporte de élite sea un remedo de lo que fuimos desde la década del 60 un ejemplo de superación, sinónimo de lauros fantásticos, exposición del Perú en los más exigentes torneos internacionales con resultados asombrosos que llegaban al alma y el corazón de millones de peruanos.

Es cierto que el destino nos jugó feo y perdimos en la puerta del horno la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Seúl el 88 pero pese a ese tristísimo desenlace, aquello no le quita el monumental mérito de haber hecho del vóley el primer deporte colectivo del Perú. El demérito viene luego prendido de una falsa creencia que ya hemos ganado todo y no debíamos seguir bregando a brazo partido.

Hoy el cometido es revertir ese papelón de proporciones y seguramente resurgir, lo que a nuestro juicio, no sólo no será fácil, sino que tomará al menos un ciclo olímpico porque trabajar desde la base no es poca cosa, es siempre una tarea seria y a largo plazo.

Se nos ocurre que el organismo federativo de hoy no está en condiciones de ofrecernos nada positivo. Nunca lo estuvo, jamás hubo un sensato reconocimiento de su incapacidad, mucho menos de pronunciamientos públicos, luego de tantas derrotas y fracasos como en el último sudamericano de mayores. Es decir, cuando tocamos fondo.
No creemos en la actual directiva a la que desde ya se le reclama un balance de gestión debidamente auditado porque quienes tienen una óptica muy cercana de su gestión reclaman transparencia. Al inicio del año 2025, tal como corresponde, deberá elegirse una nueva junta que proponga un plan de trabajo a futuro y que ojalá sea elegida con buen criterio y sin revanchismos, como cuando muchos ciudadanos depositan su voto con el hígado y no con la razón.

Rizola no tiene los ojos rasgados ni la filosofía oriental. Ojalá se acerque a esa escuela maravillosa de Akira Kato y Man Bo Park. Ya no estamos para más ensayos y desvaríos. Dejen de hacer flecos de lo poco que queda del vóley nacional. Es lo que pedimos.

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