Salvemos la memoria y los bienes de Juan Vicente Ugarte del Pino
El semanario “Hildebrandt en sus trece” publicó el último viernes 16 de mayo, el informe intitulado “VIUDA VERSUS ALTUVE”, del periodista Ricardo Velazco, por el cual desnuda al país entero, a tono de sobre aviso, literalmente “La historia de un inmueble que se disputan la viuda (Laura Montjoy) de Juan Vicente Ugarte del Pino y Fernán Altuve”, y que expone -no solamente la casa del maestro, si no también, sus libros, medallas, diplomas, otras reliquias y contables-, el drama que viene padeciendo la viuda del maestro de todos, Juan Vicente, a quien conocí, muy de cerca, como muchos otros de sus discípulos, pues viajamos a Trujillo, y dimos conferencias en San Marcos, y en otros espacios académicos de la patria. En Lima, en mi camioneta, llevaba conmigo, además del maestro Juan Vicente, al Padre Armando Nieto Vélez, S.J., presidente de la Academia Nacional de Historia y al excanciller, embajador Luis Marchand Stens, que, como Vicente, fueron miembros de la Delegación peruana en el litigio contra Chile ante la Corte Internacional de Justicia por la controversia jurídica de delimitación marítima con ese país. Consecuente con mis recientes palabras por el “Día Mundial de la Libertad de Prensa”, en que hice una reflexión acerca del valor de la VERDAD y a la luz de la referida nota periodística, tengo una que quisiera compartir al país, con la misma intensidad en mis sentimientos, que en las palabras que expresé el día de las exequias del maestro Juan Vicente, el 6 de octubre de 2015, en nombre de todos los letrados, en la sede central del Ilustre Colegio de Abogados de Lima, por encargo del entonces decano, el jurista Mario Amoretti Pachas, y ante la presencia del también desaparecido expresidente, Alan García Pérez -lo quiso y admiró muchísimo-, entre otras personalidades que atestaron nuestra casa gremial de Miraflores, ante su féretro, a pocas horas de su sepultura, y en cuyo luctuoso acto, no vi al señor Altuve. Meses antes de su partida, volvió a decirme el maestro sanmarquino, lo que a todos los que podía con actitud erga omnes, solo que esta vez, con desesperación, que me conmovió: “Quisiera que mis libros y todo lo que tengo, sea entregado a San Marcos”. Al poco tiempo de la muerte del maestro Juan Vicente, en el ambiente de la Biblioteca del CAL, en el Cuarto Piso de Palacio de Justicia, en que también fui honrado para pronunciar las palabras de inauguración de ese recinto de lectura, que pasó a llevar su nombre, recordé el deseo del maestro de que sus libros y demás bienes, pasaran a manos de la cuatricentenaria San Marcos. Me dijo en su casa, visiblemente debilitado: “Me han engañado” y lloró en mi presencia. Quedé completamente desconcertado. Lo comenté con otros pocos y muy cercanísimos amigos del maestro, llamado “El Decano de la Resistencia”, y luego, por la vorágine de las tareas de la vida, prácticamente perdí contacto con Laura. Esa es mi única VERDAD con mayúsculas. Corresponde a la justicia hacer su trabajo de filigrana.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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