San Ignacio de Loyola y la histórica Compañía de Jesús
Hoy, 3 de setiembre, es una fecha trascendental para la histórica y emblemática Compañía de Jesús, que fuera fundada por el afamado ícono de la Iglesia, San Ignacio de Loyola, en Roma, en 1534, tiempos en que los españoles daban sus primeros pasos en el Perú. El Papa Pablo III, el 3 de setiembre de 1539, cuatro años después, aprobó sus estatutos iniciales por la Fórmula Instituti; sin embargo, los jesuitas, tuvieron que esperar un año más para conseguir la aprobación definitiva, que se hizo el 27 de setiembre de 1540, a través de la bula Regimini Militantis. San Ignacio de Loyola, cuya vida admirable, todos deberíamos conocer, junto con sus compañeros con los que dieron vida a la Compañía de Jesús, se estructuraron según las normas del derecho canónico y establecieron su propósito apostólico a partir de la pobreza, la obediencia y la misión de ir a donde el Papa lo indicara. San Ignacio, con nombre de pila, Iñigo López de Recalde (1491), entonces, presidió a la mayor y más influyente Orden religiosa masculina católica en el mundo, y de extraordinario desarrollo humanístico. Este santo de la Iglesia que tuvo una vida militar relevante, participando en diversas guerras de su época, pronto se dedicó a la oración, ayunos y penitencias, siendo conocido por sus ejercicios espirituales dedicados como contemplación de la vida de Cristo. Sus seguidores, los jesuitas, se expandieron con su obra por Portugal, India, Indonesia, Japón y China, hasta Brasil y Etiopía. Llegaron a América en el siglo XVI y desde entonces han tenido una fuerte presencia en la educación de la juventud y en el debate intelectual por lo que fueron absurdamente expulsados en 1767 por Carlos III al advertir su gran influencia y restablecidos a finales del siglo XVIII. Fundaron colegios y la Universidad San Ignacio del Cusco. En Lima, la Universidad San Ignacio de Loyola conserva en su capilla un resto ósea del santo. La biblioteca del Colegio San Pablo de Lima sería la base de la Biblioteca Nacional y la Casa del Noviciado se convertirá con el tiempo en la histórica “Casona” de la cuatricentenaria y monumental Universidad de San Marcos (1551). Los jesuitas volvieron al Perú en 1871 –gobernaba José Balta, que fuera asesinado al año siguiente por los hermanos Gutiérrez- y recién en 1968 fue restablecida la Provincia Peruana. Pregonaron una reflexión profunda sobre la pobreza en América Latina sobre todo en los tiempos del Concilio Vaticano II. Actualmente, son más de 170 jesuitas en el país. Jesuitas notables en el siglo XXI, cuenta al papa Francisco, que nos ha dejado hace pocos meses, y en nuestro país, a su Eminencia Reverendísima, Pedro Barreto Jimeno, Cardenal del Perú, que fuera Arzobispo Metropolitano de Huancayo, y con ellos, quisiera traer a esta columna, a las descollantes figuras de los desaparecidos Padre Felipe Mac Gregor, exrector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Padre Armando Nieto Vélez, expresidente de la Academia Nacional de Historia -mi confesor-, ambos Miembros Titulares de la prestigiosa y más que centenaria Sociedad Peruana de Derecho Internacional, a la que me honro en pertenecer.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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