ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Santuario de supervivencia frente al tráfico animal en Colombia

Imagen
Fecha Publicación: 09/03/2022 - 22:15
Escucha esta nota

Apenas a 30 kilómetros del ladrillo y las prisas de Bogotá, la capital colombiana, hay un pequeño paraíso verde que concentra las representaciones de siete ecosistemas del país; desde la selva húmeda tropical hasta el bosque altoandino. Estos rincones, esparcidos en 1.5 hectáreas de terreno construido, imitan la humedad, la temperatura y los olores específicos de los diferentes territorios y también acogen a un centenar de especies decomisadas, es decir, rescatadas de mafias y traficantes. Un tigrillo improntado –que se considera a sí mismo humano y no animal–, búhos mancos, un loro que se arranca las plumas, un tucán con el pico roto, una lechuza sin ala. Estos, tras el maltrato recibido, ya no podrían sobrevivir en su hábitat natural. La Reserva es también un ambicioso proyecto educativo que aspira a enseñar a los más pequeños a cuidar la riqueza del segundo país más biodiverso del mundo.

Este paraíso salvaje, inspirado en la teoría científica de Michael H. Robinson, un zoólogo británico a cargo del Zoológico Nacional en Washington D.C. durante 16 años, es el único de estas características en Colombia. Siguiendo su filosofía, el equipo técnico, compuesto por veterinario, zootecnista, biólogo y experto en ave rapaces, busca encontrar el balance en la conservación. “En Colombia es importantísimo encontrar el punto medio porque está todo llevado a los extremos”, explica Iván Lozano, director y fundador del proyecto.

Estos animales llegan derivados de las corporaciones autónomas ambientales o las fuerzas armadas (con potestad para incautarlos), tras haberlos rescatado. Ninguno podría subsistir por sí mismo, teniendo en cuenta los tres parámetros que se exigen para que sean puestos en libertad en su ecosistema: que sea capaz de comunicarse con su especie, que estén completos físicamente y que no exista un vínculo estrecho con el ser humano.

Pero no todos tienen un espacio aquí. Para Lozano hay dos reglas inviolables: lo primero es garantizar óptimos estándares de seguridad (”El espacio es el que es y no podemos aceptar todos los que nos ofrecen de los centros de rescate”) y, el segundo, hacer énfasis en la fauna colombiana: “Queremos promover el conocimiento de especies locales”.

“Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, después de Brasil. Sin embargo, en cualquier parte del mundo hay alguien queriendo algún ejemplar raro o diferente que encontró en internet y con el dinero para comprarlo”, dice el fundador.

“Con esta demanda no se acaba solo prohibiendo su venta”. Para Lozano, el primer traspiés que se encuentra la riqueza natural de su país es la falta de educación ambiental. “Podríamos hablar de especies concretas, pero lo grave es que ya hay ecosistemas completos en peligro, como el bosque seco tropical, del que solo queda el 2%.

La flora y la fauna que habitaba ahí se adaptó o desapareció”, afirma.

Aunque sobre el papel las políticas contra el tráfico son muy restrictivas, conservar este enorme tesoro natural no es tarea fácil. Ni para los líderes ambientales, siendo esta la nación donde más ecologistas asesinan. La situación del tráfico ilegal es más crítica aun cuando se conocen las condiciones en las que estos animales atraviesan continentes hasta la casa de un coleccionista. Una evidencia clara es el estado en el que están cuando se decomisan; desnutridos, drogados, congelados, con fracturas… Una vez llegan aquí, son rehabilitados y forman parte del recorrido y la visita del público. Aunque residen en espacios en la misma reserva con zonas para trepar y alimentarse y nidos. “Aquí se mueren de Viejos”.

FUENTE: SANTIAGO MESA -EL PAÍS

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookTwitter Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.