Se activa la maquinaria electoral
Ya aprobado en primera legislatura el adelanto de elecciones generales para el 2024, parece inevitable el recorte del mandato. En caso los parlamentarios decidieran retroceder en la segunda votación, la decisión derivaría a un referéndum, donde muy probablemente se aprobaría.
A pesar de esto, el descontento de la población no ha terminado, y si bien las movilizaciones se han ido apagando, eso no significa que el problema que nos llevó a la crisis de la democracia en que vivimos y que ha polarizado aún más al país, se haya solucionado. Las fiestas de fin de año y el cada vez más escaso financiamiento de las movilizaciones (algo que parece que se logró al remover a los prefectos y subprefectos puestos por Castillo) son los principales factores de esta reducción de las protestas. Se asume que pasadas las fiestas se retomarán las manifestaciones en algunos puntos del país, cada vez más focalizados.
Un liderazgo sólido de Dina Boluarte durante el gobierno de transición en el que se encuentra, podría proyectarla políticamente para las elecciones del 2029; algo similar al fenómeno de Martín Vizcarra, que supo aplicar estrategias de propaganda durante la crisis política, y luego durante la pandemia, para fortalecer su liderazgo.
Aún queda un largo camino hasta el 2024, tiempo en el que probablemente la imagen del parlamento continuará deteriorándose frente a la opinión pública. Las reformas constitucionales que están planteando y que son criticadas principalmente por los sectores de izquierda, son impopulares y, a pesar de que pudieran responder a criterios técnicos, serán motivo de ataques, por ejemplo, los temas de bicameralidad y reelección parlamentaria, que incluso fueron rechazados hace pocos años vía referéndum; claro, los parlamentarios argumentarán que estamos en otro momento de la realidad peruana; y, valgan verdades, la posibilidad de hacer una carrera política es algo común en la mayoría de democracias.
En pocos meses veremos a los partidos políticos iniciar sus campañas. Actualmente, contamos con 12 partidos políticos nacionales inscritos y 15 en proceso de inscripción, muchos de los cuales casi nadie conoce. El tiempo para presentar a los líderes partidarios y dar a conocer su propuesta programática y su idea de nación quedará corto antes de poder entrar a unas primarias, aproximadamente, en octubre, que es lo que establecen los plazos.
Algunas posturas que podrían asumirse en los siguientes debates nacionales son el de la inclusión y reformas institucionales para el desarrollo, principalmente desde el centro; asegurar la paz y el orden para el desarrollo, principalmente desde la derecha; y la negación de todo para crear algo nuevo, principalmente desde la izquierda. Si bien estas son generalidades, muy probablemente veremos cómo los candidatos se acoplarán a alguno de estos discursos con ciertos matices más conservadores o liberales.
La figura de Antauro Humala, con su discurso que podría considerarse radical, en caso de participar de las elecciones del 2024, probablemente congregará gran cantidad de votantes, lo que lo ubicará en una posición antagónica frente a otros candidatos de todas las tiendas políticas.
Queda esperar para saber qué otros líderes aparecerán, o reaparecerán, y qué capacidad de convencimiento tendrán. De lograr inscribirse todos los partidos que están actualmente en proceso, podríamos tener un total de 27 compitiendo por la banda presidencial; número que probablemente se reduzca debido a las alianzas que se irán gestando.
Esperemos que las reformas constitucionales que se están realizando, de ratificarse, contribuyan al fortalecimiento del sistema democrático, ayuden a los partidos a evolucionar y ser más representativos, y fomenten que la ciudadanía vea por qué es importante su voto para el desarrollo del país.
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