¿Secuestrados por el Comunismo? ¡Sigamos alzando la voz!
Si algo hay que agradecerle a Vladimir Cerrón es que habla fuerte y claro y no oculta las nefastas intenciones de moldearnos a imagen y semejanza de Cuba. Se ha paseado por los canales de televisión insistiendo en su desfasado discurso de la década del 70: la redistribución de la riqueza, la intervención del Estado en la economía, en la planificación y, como consecuencia, en la vida de la gente. Las mismas ideas desgastadas que se traducen en la corrupción generalizada de la cosa pública, la miseria y el atraso de una sociedad. Cerrón encarna la fatal arrogancia del Comunismo que cree que desde el poder puede solucionar todos los problemas que asfixian a nuestro país. Su discurso radical se permite ciertas concesiones de moderación que son solo falsas ilusiones. Como él mismo dice, se trata del zigzag político para ascender a la cumbre e irse en línea recta. El medio es el gobierno y la aspiración final, conseguir el control absoluto.
Lastimoso su populismo sobre la industria minera y sostener que solo contribuye un 30%. El aporte de la minería es altísimo, se sitúa entre el 47% y el 52% de las utilidades. Ninguna empresa le va a aceptar un IR del 70% más un porcentaje de reinversión para la emisión de acciones a favor de las comunidades, régimen oneroso y perverso que los haría participar del riesgo de un negocio que poco entienden. Aunque juegue con la semántica, se trata del mismo expolio. Estaríamos retrocediendo 50 años al fracasado modelo del gobierno de Velasco. El Estado ya es el socio mejor remunerado de esta industria. Las empresas no lo aceptarán. En los próximos cinco años hay proyectos por US$20,000 millones que podrían irse a otros países. Lo que Cerrón oculta es que Bolivia, su gran ejemplo de una gestión exitosa, está en graves problemas. Luego de nacionalizar su gas no ha invertido en exploración y sus reservas se están agotando. Lo mismo le ocurre con la minería, no hay nuevos proyectos desde el 2011.
No hay ninguna duda de la oscuridad que nos espera. El Congreso tiene que asumir su responsabilidad. Indispensable que salgan de su zona de confort. Desde la presidencia de la mayoría de las comisiones no van a poder controlar los desmanes totalitarios del Gobierno. ¿Dónde está la fuerza de la oposición? ¿Se han divorciado de la calle? ¿Hace 30 años hubiéramos dudado por un instante en darle un voto de confianza a un gabinete presidido por un investigado por terrorismo? Hoy ya hay muchas bancadas que piensan abstenerse para darle una oportunidad. Es el voto del cobarde. Lamentablemente hay sucesos que forman parte de la historia oficial pero que parecieran borrosos de la memoria colectiva. A mi juicio, muy vergonzoso pero peor aún, la bancada Partido Morado-Somos Perú, aquellos socios del Gobierno por los que PL tiene el mayor desprecio. Los acusa de querer quebrar la unidad Castillo-Cerrón a través de una conspiración para humalizar al presidente. Son y serán los tontos útiles.
Las posturas tibias frente al Comunismo son las que nos llevarán a la derrota sin que nos demos cuenta. No podemos abandonar la calle. Pareciera que el valiente ciudadano de a pie es el único que la tiene clara. ¡Hay que seguir peleándola!
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