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Seis juegos consecutivos

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Fecha Publicación: 25/07/2024 - 21:40
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Juegos Olímpicos sin vóley femenino podría ser un gancho al hígado del boxeador más encumbrado.

Parece que estamos distraídos pero no asimilamos que aún con 26 peruanos en lisa, no nos pasará ese trago amargo, lleno de estupor y vergüenza. Gancho al hígado que nos expulsa y nos mete en una realidad que se cerró jugando por última vez en Sidney 2000. Hace nada menos que 24 años. Ya en ese entonces el decrecimiento se notaba y se hizo mucho más evidente tiempo después.

Perú sumará en París 2024 su sexta ausencia consecutiva del deporte colectivo nacional más exitoso. Ni siquiera aquella clasificación al Mundial de Rusia en el 2018 para el fútbol peruano pudo dejar en el olvido lo que hemos gozado con el vóley y sus brillantes y fantásticas jornadas no sólo en Juegos Olímpicos, sino en mundiales y una fila increíble de títulos continentales de casi todas las categorías.

De ese puñado de deportistas nacionales en la hoy convulsionada ciudad de la luz, 24 se ganaron por méritos propios un cupo y 2 lograron una plaza por invitación. Todo en regla. Nada que cuestionar.

Sin embargo uno se pregunta si acaso lo que pronto viviremos es una radiografía de nuestra realidad deportiva o se trata acaso de una circunstancia excepcional digna de mirar con detenimiento.

De ser lo primero estaríamos muy felices de conocer que hemos crecido técnicamente y que asomamos en el primer mundo del deporte olímpico. Valoraríamos a plenitud todo lo sucedido en los repetidos Juegos Panamericanos Lima 2019 y Santiago 2023 que nos dieron un número promisorio de medallas de oro.

Pretender preseas doradas en París nos parece muy distante de nuestra realidad. Los estímulos monetarios dispuestos por el gobierno son bienvenidos pero están en muchos casos fuera de nuestro alcance porque nuestros representantes no tienen chance alguna. No hay otras palabras para referirnos a distancias imposibles de reducir con rivales formados y afirmados bajo la ciencia y la más alta tecnología.

Aquello no significa que fueran a hacer turismo como muchas veces el periodismo ha calificado así a un montón de delegaciones. De lo que se trata es mejorar los registros personales más aún en los deportes de marca y quizás en otras disciplinas, aquellas de apreciación, donde el ojo del jurado es la palabra final.

Alguna vez escribimos aquí mismo que un deportista podría quedar muy rezagado pero si acaso mejorara sus propios registros y antecedentes estaría logrando una calificación muy destacada.

Probablemente ese número bastante engordado de una delegación nacional de 26 deportistas responda a criterios muy distintos de décadas atrás de autoridades y comisiones técnicas, en las que ganar una plaza era súper difícil, y si llegaba Perú a concurrir con una decena era un milagro.

De nuestra parte tener la experiencia de haber vivido en persona 8 juegos olímpicos (el querido colega Miguel Portanova suma 11) no es poca cosa y gozar esa insuperable satisfacción en 1984, celebrando con Pancho Boza, medalla de plata en fosa olímpica, en el campo de tiro alejado de Los Ángeles un 30 de julio es ver a un niño joven tirador abordado por su padre, don Carlos Boza Vega León, impidiendo que se le distrajera cuando disputaba la fase de desempate con dos rivales.

Rememorar además otras conquistas de Juan Giha y el vóley femenino nos deja una sensación que todavía hay mucho por recorrer. Acaso esta sea la oportunidad. Le llegó al momento al Perú.

Ojalá Kimberly García se consagre al igual que Edwin Vásquez Cam, en el día de la patria en Londres 1948, en aquella mañana lluviosa, llena de nubes, cuando en pistola libre fue el primer peruano en apuntar su nombre entre los grandes. El país se lo agradece.

Gracias, ingeniero Vásquez. Siempre estaremos en deuda con usted.

Por: Bruno Espósito

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