Semiótica y subtexto en las declaraciones de Alberto Fujimori
Hace unos días, Alberto Fujimori dio una entrevista para un medio local. Sus declaraciones trajeron reacciones inmediatas de todos lados. Hubo quienes consideraron que “El Chino” había vuelto; otros se sintieron incómodos y juzgaron sus palabras, principalmente lo dicho respecto a Montecinos; incluso el partido Fuerza Popular, considerado “el fujimorismo”, marcó distancia de las declaraciones de su líder histórico.
Y es que lo que dijo Alberto Fujimori en esa entrevista, deja entrever, en su semiótica y en su subtexto, una clara reafirmación de su posición como líder del fujimorismo, el cual, claramente, desmarcó de Fuerza Popular, al referirse a “Fuerza Popular y el fujimorismo”, dando a entender que no son lo mismo.
El espacio en el que dio la entrevista también contribuyó a este posicionamiento, pues Fujimori, tal vez de manera inconsciente, aprovechó el entorno urbano para mostrarse con naturalidad, reclinado, “cómodo” en medio de la gente0, a pesar de requerir de un tanque de oxígeno.
Su clara posición respecto a la permanencia de Dina Boluarte en el cargo hasta el 2026, argumentando que era algo acordado por Fuerza Popular y el fujimorismo, trajo rápidamente al recuerdo de muchos al Fujimori de los 90, que en su narrativa presidencial no se estaba con medias tintas, se mostraba siempre seguro.
Para sus seguidores, esta posición no marca una alianza con el gobierno, sino un respeto irrestricto a la Constitución. Sin embargo, es inevitable reflexionar sobre la aparente alianza asimétrica tácita que existe entre el ejecutivo y el legislativo, en el contexto de la guerra institucional que vivimos desde hace algunos años y que parece tener como herramienta política a la fiscalía; algo terrible, que nos devuelve a la era de las cavernas en sentido democrático.
Cuando se le preguntó si apoyaría a su hija, Keiko Fujimori, líderesa de Fuerza Popular, en una posible candidatura al 2026, Alberto Fujimori no fue del todo claro, dijo que era algo que se vería, pero que, de todas maneras, el fujimorismo estaría presente.
Es tal vez, esta declaración, la más esclarecedora respecto a la posición de autoridad que ha tomado Alberto Fujimori dentro de lo que él considera el fujimorismo, pues, de alguna forma, deja claro que él será partícipe de la decisión que se tome (no necesariamente dentro de Fuerza Popular). Dijo, además, que su hijo Kenji estaba alejado de la política y que no creía que postulara en las próximas elecciones.
Esta demostración de autoridad, que puede llamar la atención a muchos, debe ser leída también desde los parámetros culturales que parecen guiar a la familia Fujimori, quienes son parte de la comunidad japonesa en el Perú, los nikkei, quienes mantienen costumbres y tradiciones que pueden ser difíciles de comprender.
En la cultura japonesa, no es raro que los patriarcas (familiares, empresariales, o de grupo), mantengan su posición de autoridad hasta su muerte. En caso este patriarca se ausentara por alguna razón, que puede incluir ir a prisión, no resulta raro pensar que el siguiente en la línea de sucesión tomé las riendas de la familia.
Resulta que en la cultura japonesa tiene muy presente la idea del honor, personal, familiar y de grupo, como medio de cohesión social, y esta puede ser una de las razones por las cuales, a pesar de todo, incluso las prisiones preventivas innecesarias (y posiblemente políticas) que le aplicaron por tres años, Keiko se ha mantenido firme en el campo de batalla de la política, permitiendo que Fuerza Popular, y el fujimorismo, mantengan vigencia como una de las principales fuerzas políticas del país; bien pudo quedarse en Estados Unidos y olvidar todo sobre Perú.
Como ya comenté, en la entrevista que dio Alberto Fujimori, también habló sobre Vladimiro Montesinos, reflejando una intención de edulcorar la imagen de su principal asesor, resaltando su habilidad para la inteligencia, aceptando que al final “el dinero lo mareó”; declaración que resulta interesante y hasta posiblemente calculada, en el contexto de inseguridad ciudadana que vivimos, que fomenta que cada día más personas vean con buenos ojos políticas cercanas al autoritarismo, como las aplicadas en El Salvador: todos quieren que se termine con el terror que producen la delincuencia y el crimen organizado, no importan los métodos.
Tras sus declaraciones, Alberto Fujimori parece haber regresado a la arena política, y en un momento en el que el recuerdo de su gobierno terminando con el terrorismo, puede significarle un importante apoyo popular a corto y mediano plazo.
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