Sendero y el otro sendero
El Perú de los días del presidente Pedro Castillo vive entre Sendero y El otro sendero. Entre la versión “rehabilitada” del terrorismo maoísta que caracterizó a nuestro tiempo de semifeudal, y el libro que mejor interpretó el sentido moderno de la vida peruana. Castillo encarna la contradicción y la convivencia entre una cultura política arcaica y una cultura capitalista: él es el presidente neosenderista de un país que hace más de tres décadas derrotó a Sendero Luminoso, y que hace más de medio siglo emprendió el proceso de la individuación social y de la modernidad en general. Michel Foucault planteó un método de la genealogía: “Mi punto de partida es un problema en los términos en los que se plantea actualmente, e intento hacer su genealogía. Genealogía quiere decir que realizo el análisis a partir de una situación presente”. Nuestro filósofo enseña que la genealogía permite comprender el orden de las representaciones, incluso arcaicas, del presente. Somos un país profundamente cultural, y tenemos un presidente producto del arcaísmo de la mirada, que nos concibe como sociedad en blanco y negro, sin matices. Nuestro ciudadano cultural, consciente o inconscientemente, buscó en la última elección presidencial, y aún busca en la pequeña legitimidad de dicha gestión presidencial, su representación en un arquetipo ficcional de hombre del mundo andino, y rural. Por supuesto, busca también la contraposición presidencial al mundo de la costa, a su clase dirigente y su clase política. Este ciudadano cultural es, incluso, tanático, suicida: fue capaz de elegir a Castillo, anteponiendo así el arcaísmo, por sobre el miedo pandémico a la muerte, a la falta de oxígeno, de comida. Entre nosotros, por el desastre sanitario, el miedo debería formar parte del contrato social post pandémico. Pero, el peruano, sobreviviente histórico, parece que no tiene miedo. Más aún, Castillo podría ser parte del proyecto histórico de Sendero Luminoso, pero el ciudadano cultural parece ser ahistoricista, y no le importa.
La genealogía neosenderista del ciudadano y del presidente Castillo es, más o menos, así: fue secretario general del Sutep Conare, durante el paro nacional del 2017. Este gremio magisterial pudiera ser una de las tres “varas mágicas” del maoísmo, pues es un organismo generado por el Movadef, que a su vez es una entidad creada por Sendero Luminoso. Es más, en aquel entonces, se le sindicó de pertenecer a la organización senderista, y se refirieron pruebas obrantes en la Dirección Contra Terrorismo – Dircote. Como ciudadano, lo hemos visto profiriendo arengas y cantando himnos senderistas. Como presidente, lo hemos visto otorgar cargos públicos a senderistas o neosenderistas. Es contradictorio: ese mismo ciudadano cultural, que antes votó por el candidato y hoy legitima al presidente, también ha sido capaz de emprender, de construir emporios, como Gamarra y Unicachi. Es decir, expresa valores arcaicos en la política y hasta cierto punto en la esfera pública; pero, al mismo tiempo, en la esfera privada expresa valores modernos como el individualismo, y asume el comercio. Estos ciudadanos culturales, incluso, podrían constituir la legitimidad escondida de Castillo. Entre nosotros, la historia del presente, y aún la coyuntura, está hecha de configuraciones problemáticas a partir de la genealogía, de estructuras heredadas de Sendero y del otro sendero.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.