Señor Presidente
En nuestro país, antes del ingreso de Peruanos por el Kambio, había mal que bueno, un rumbo diseñado, insípido y oscuro, pero se sabía en dónde estábamos parados y de cierta manera se presentía un asomo de equilibrio económico, dispar, no satisfactorio, pero por lo menos el pueblo lo percibía y por lo tanto se sabía que estábamos en algo. Ahora vivimos en una situación absolutamente incierta e inventada en su día a día, manejada por personas improvisadas, que no tienen experiencia en la cosa pública, que están entrando a experimentar bajo una tesis de cómo administrar el Estado, sin nada planificado con la debida antelación, a estas alturas eso podría ser lamentablemente un harakiri para su Gobierno y por ende, los peruanos seriamos perjudicados en todo orden de factores, siendo el responsable directo de esa fatalidad obviamente usted y su Gobierno, lo cual sinceramente no lo deseo de ninguna manera.
Señor Presidente, en mi humilde opinión de cincuenta años viviendo en el escenario político desde niño, conociendo el ámbito de punta a punta, yo le puedo asegurar que nada puede improvisarse, menos con gente que no tiene el expertise necesario para los cambios que de manera urgente deben realizarse.
Salvando las distancia, sin desmerecer la cualidades del señor Del Solar, quiero tomar como ejemplo del universo histriónico, a un famoso actor inmerso en política, me refiero al presidente Ronald Reagan, quien fue el cuadragésimo mandatario de los Estados Unidos entre 1981 y 1989, el cual contaba con la experiencia de haber sido el trigésimo tercer Gobernador del Estado de California entre 1967 y 1975, en otras palabras no fue un improvisado inexperto en el quehacer gubernamental.
Señor presidente, a manera de aconsejarle debo decirle que para hacer un buen Gobierno se requiere de los mejores y más experimentados, que tengan como fuerza motriz el más exigente talante y capacidad de manejo, estratega por naturaleza propia, manejador de crisis, definitivamente tiene que ser un “Extraordinario Quarterback” un fuera de serie, “Mariscal de Campo”, con don de mando y comando, que conozca cómo recomponer inmediatamente todo el Aparato Estatal y que con aguda sapiencia contribuya a cambiar esta pésima percepción de un Gobierno de improvisados.
Por: Carlos Peñaloza