Señora: la confianza
Señora presidenta Dina Boluarte, hay una palabra mágica: “confianza”. Sin ella nadie invierte ni emplea ni proyecta ni construye. Usted se dice de izquierda porque tiene emoción social. Mire que yo también la tengo y sigo a Hayek, pero he llorado frente a un niño famélico y frente a decenas de carpas de pacientes frente a un hospital. Soy, entonces, tan de izquierda como usted, porque me late el nervio, solo que soy liberal porque creo que el emprendimiento de los individuos libres produce desarrollo.
La izquierda radical con la que usted se juntó solo quiere poder. Infiera: “venimos para quedarnos”, una expresión que transmite más una sed del trono que la compasión que usted y yo compartimos.
Conozco personalmente a su primer ministro, tiene la formación de esta Constitución y de un maestro en común, y él debe saber que esta Constitución sí se come, digo, esta de 1993. ¿Sabe por qué?: Por no nuclearse en buenos deseos populistas de constituciones aéreas e infecundas de los reguladores de textos como el de Venezuela, Ecuador, Bolivia, sino en ese factor que denominamos “confianza”. Los últimos constituyentes trataron de crear un texto que no mandara, sino que garantizara la libertad para producir y trabajar.
¿Sabe cuan malo es hacer creer al pueblo que consultado directamente tiene la razón… y llevarlo al despeñadero? Hacérselo creer es burlarse con preguntas que dan traza para favorecer a los políticos y gobernantes demagógicos y manipuladores que juegan a su interés personal (Sí, Sí, No, No). En una democracia, la demagogia es la trampa con la que se hace creer al pueblo que un nuevo texto es inexorable. Gobierne sobre esta Constitución, pues “momento constituyente” es el cliché de los sátrapas que saquean y empobrecen América Latina. Se lo resumo así: con la de 1979 crecimos 0.2%, con la de 1993 4.8%. Con la de 1979 la inversión fue 0.6%, con la de 1993 4.3%, la inversión pública fue 0.5% con la de 1979 y 3.8% con la actual. El PBI per cápita con la anterior fue cinco veces menor. La pobreza llegó a 58% con la anterior y se redujo a 20% con la actual. Ni qué decirle de la inflación o del rojo de las empresas públicas.
Olvide el referéndum, no quede bien con todos, no sirva a la ambición de sus exsocios, gobierne y defienda esta Constitución… porque sin confianza no hay futuro.
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