Ser real es mejor que ser perfecto
La perfección es la capacidad que posee el ser humano de hacer bien las cosas, sin críticas, ni observaciones de ninguna naturaleza, que satisfaga las acciones propuestas con el ánimo de satisfacerse uno mismo y los demás y sentir la convicción de haber logrado su cometido. En un sentido abstracto puede darse, empero, en puridad, la perfección es relativa, nunca es absoluta, porque la vida existencial convive con lo imperfecto, está dentro de la naturaleza, siempre estará presente la percepción humana prestando su conformidad o disconformidad en los acontecimientos de la vida, que tienen un principio y un final.
Conocí, el caso que buscaba la pareja perfecta, exigiendo determinados requisitos, culta, educada, buena apariencia, carácter fuerte, buena familia, apellidos poco comunes, buenas relaciones, solvencia moral y económica, que le permitiera buen estatus dentro de la vida personal, familiar y social. Le pregunte, a que se debía tanta exigencia, porque la realidad contrasta con la perfección, no existe la pareja perfecta, porque quien no tiene de dingo tiene de mandinga, las relaciones humanas no parten de un esquema mental preconcebido, sino es todo un proceso de adaptación, renuncias, aceptación, tolerancia, comprensión y fundamentalmente amor, que permite aceptar a las personas como son, no como uno quiere que sean. Es muy importante, la humildad en la persona, porque la soberbia, no permite percibir los contenidos, valorarlos y colocar a las personas en el lugar que les corresponde.
La perfección tiene un contenido de inmadurez, que a la persona lo aleja de la realidad por falta de sinceramiento. Por lo general, el perfeccionista es egoísta, solo piensa satisfacer su “yo interno”, con una incapacidad de comprender y entender a la otra persona, la realidad y objetividad están fuera de su alcance, las relaciones interpersonales y de pareja son defectuosas, no aceptan ninguna crítica, ni observación, su palabra es ley y no hay vuelta que darle, caso contrario se vuelve tu enemigo.
La persona realista se plantea un enfoque distinto, son humildes, saben escuchar, la mente es abierta, no rígida, no visualizan la vida en una sola alternativa, buscan varias y escogen la mejor, son maduras, claras en sus apreciaciones, no se apresuran en sus decisiones, poseen la capacidad de ubicarse en el lugar de las otras personas, cuando se equivocan saben corregir sus errores para bien y no los vuelven a repetir, la vida está cubierta de un manto de buenas intenciones, que les permite construir una personalidad férrea, familia con muchos contenidos y son útiles a la sociedad.
Los seres humanos que buscan la perfección no tienen una visión de la vida, como la tienen las personas realistas, como glosa la palabra, en el capítulo tres, verso del uno al ocho del libro de Eclesiastés. En este mundo todo tiene su hora, hay un momento para todo cuanto ocurre. Un momento para nacer y un momento para morir. Un momento para plantar, y un momento para arrancar lo plantado. Un momento para matar, y un momento para curar. Un momento para destruir, y un momento para construir. Un momento para llorar, y un momento para reír. Un momento para estar de luto, y un momento para estar de fiesta. Un momento para esparcir piedras, y un momento para recogerlas.
Un momento para abrazarse, y un momento para separarse. Un momento para intentar, y un momento para desistir. Un momento para guardar, y un momento para tirar. Un momento para rasgar, y un momento para coser. Bendiciones.
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