¿Serena estaba la mar?
La diferencia entre un proselitista o activista y un analista es que a veces la gente no lo entiende. El último debe ser neutral u objetivo mientras que el primero tomar partido por un estado de cosas. La renuncia de Héctor Béjar como canciller a raíz de unas declaraciones suyas tomadas como inadmisibles por la Marina son un duro golpe al gobierno de Pedro Castillo y Perú Libre. La sangre atrae a los tiburones que no pararán hasta comerse todo lo que puedan y es por esa sola razón que Béjar no debió renunciar sino esperar a que lo censuren si la oposición lograba conseguir los votos. No hay que olvidar que esta no es una coyuntura normal y las cosas están claras tanto para el gobierno revolucionario como para la oposición democrática en el Congreso. Ambos quieren que el otro desaparezca. Ambos son enemigos irreconciliables. Por lo tanto, el daño que se infrinjan siempre será una ganancia para el otro. En este caso lo ha sido para el Congreso y todos aquellos representantes de la derecha más variopinta que pedía la salida de Béjar de la cancillería. La única forma de que esta salida no afecte al gobierno sería poner a alguien con el perfil del renunciante o mucho más radical. Porque de eso se trata este juego. Da risa cuando los caviares y la derecha liberal y conservadora le piden al gobierno la renuncia de una serie de ministros, empezando por el presidente del Consejo Guido Bellido. Y resulta gracioso porque ese gabinete se encuentra allí para confrontar al parlamento y despacharlo a su casa. ¿Cuál sería entonces la lógica de que el gabinete se modere? En lo que se refiere al gobierno, la moderación es su perdición y la salida de Béjar a pedido de la oposición un duro revés que no puede volver a repetirse si quieren sobrevivir, digo, como proyecto revolucionario. En cuanto a la oposición, su victoria es un espejismo. Creer que un gobierno como el marxista leninista va a dejarse amedrentar a punta de periodicazos es un craso error. La gran ventaja del gobierno es que no solo tiene el poder que da tener el Ejecutivo, sino un liderazgo y una visión clara de lo que se debe hacer. El liderazgo es el de Cerrón, por su puesto. Por el contrario, la oposición carece de una cara y de los elementos de poder necesarios para hacer frente a su enemigo. Keiko Fujimori, que en teoría debería liderar esa oposición no suma sino resta. Está demostrado que, tras tres derrotas electorales seguidas en segunda vuelta (la última con un cuento de fraude que no funcionó), el problema es ella, sus corifeos y en especial el fujimorismo. ¿Cómo puede liderar algo alguien que divide? La misma lógica se aplica para los caviares. A diferencia de Fujimori estos tienen mil caras que se reciclan de elección en elección y que hoy patalean porque los comunistas los han expectorado del Estado. Ahora, luego de apañar a los comunistas en su triunfo y creer que iban a cogobernar a la europea, se rasgan las vestiduras contra Sendero Luminoso, el MRTA y el terrorismo cuando está claro que el líder del país (Cerrón) les ha bajado el dedo y los caviares Francke y Guerra García están pegados con babas y que, a la primera de bastos, chau. Quedan los tentáculos de la fiscalía caviar y del IDL. Cerrón, Bellido ni Bermejo son Keiko Fujimori y sus ¡72 parlamentarios! En Argentina hasta ahora es un misterio la muerte del fiscal Nisman: ¿asesinato o suicidio? ¿Y al juez Falcone, en Italia, la mafia no lo hizo volar por los aires? En cuanto a las “masas”, como decía Napoleón, son femeninas. Obedecerán al que demuestre más fuerza. Lo importante es que no les quede ninguna duda de quien manda: si gobierno u oposición. Serena no va a está la mar.
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