Si la receta casera funcionó… ¿por qué cambiarla?
En los recuerdos de antaño están los boticarios -respetados personajes mezcla de químico, médico y comerciante- quienes por su vasta experiencia retaban con éxito a la muerte preparando en sus boticas remedios, pócimas y menjunjes que combinaban su sabiduría con la química, los minerales y la naturaleza, probando una y otra vez qué funcionaba y qué no, para dar solución a los males de salud que nos afectaban.
El Perú está gravemente enfermo. Desde hace quince meses le cuesta más esfuerzo pararse y caminar al verse afectado nuevamente por el maldito cáncer de la corrupción. Este ha sido tratado en todos los congresos y foros de los últimos años, pero, a pesar que muchos coinciden en el diagnóstico, nunca pudieron ponerse de acuerdo en la solución. Incluso algunos pretenden perversamente convencernos que es leve y se podría solucionar con una “milagrosa” y añeja pastilla de Mejoral… porque “mejor, mejora, mejoral”.
¡La situación es crítica! Ha llegado la hora de tomar decisiones radicales como las que antes se tomaron cuando el paciente presentando síntomas similares optaron por una cirugía de emergencia para extirpar el mal de inmediato. Incluso quienes operaron, para mantenerlo con vida, asumieron el riesgo y las consecuencias de alguna complicación legal posterior. En la lucha por sobrevivir a veces es mejor pedir perdón que permiso.
Preocupa ver a algunos que debiendo estar a cargo de la cirugía y ser parte de los héroes salvadores se muestren hoy pusilánimes y temerosos. Parecieran no querer salir de su zona de confort para no arriesgar su futuro inmediato, ni su economía.
Nunca habíamos tenido tantos falsos curanderos y médicos sin experiencia tratando a un paciente que, por su negligencia, rápidamente ha empeorado y está al borde de la muerte. Como si no fuera suficiente han convocado a sus pares, empíricos de otros países para emitir una segunda opinión. Los visitantes a pesar de conocer las malas prácticas a las que ha sido sometido el paciente, sólo se limitarán a mirar por sus dos ojos izquierdos para confirmar que el tratamiento es correcto y denunciarán a los que critican exigiendo sean sancionados ante la organización mundial correspondiente.
La receta a seguir es conocida y las cirugías antes aplicadas han funcionado. Las biopsias realizadas a lo extirpado comprobaron que el mal había avanzado peligrosamente y de no haber operado en ese momento habría producido la muerte del paciente.
Lamentablemente la memoria es frágil. Hablamos mucho, pero no nos atrevemos a enfrentar con firmeza los males que nos aquejan. Deberíamos recordar cómo antes, en Congresos decisivos, los que operaron sabían y conocían lo que enfrentaban, por eso ahora podemos decir que hicieron patología al mal en una biopsia y no al paciente en una autopsia.
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