Sigamos dando la batalla, con valentía
No sufrimos un cuadro de catalepsia conformista ni nos vamos a resignar a una suerte de docilidad incondicional. Tenemos una atmósfera polarizada, un maniqueísmo que le hace daño al país, pero cuando es necesario defender principios, no podemos huirle a la confrontación. A las cosas mal hechas hay que llamarlas por su nombre, sin medias tintas.
Por ello, es inaceptable que aquellos que se creyeron el cuento y ungieron a Vizcarra como el gran enemigo de la corrupción, aplaudieron el proceso exprés con el que fueron removidos todos los miembros del CNM y, vitorearon al Congreso que lo aprobó por unanimidad (al que luego cerró Vizcarra para conservar su TC a la medida), pensando que efectivamente era un hito fundamental para reformar el sistema de justicia, hoy protejan a los cuestionados miembros de la JNJ, sobre la base de argumentos que no resisten el menor análisis.
Los miembros del CNM fueron destituidos por evidentes pruebas de corrupción y una red de favores inaceptable, sin embargo, creyeron que cambiando el nombre de la institución e imponiendo requisitos más estrictos, en especial, un código de ética muy riguroso, se iba a obtener magistrados de conducta intachable. Se equivocaron, en el Perú solo se predica con el ejemplo, los juramentos de integridad son letra muerta.
La magistrada Tello ha excedido el límite de edad, hace tres años que debió renunciar, pero se resiste. Incumple la ley en forma descarada, en complicidad con los demás miembros que, o callan o la apañan. Hoy son autoridades incómodas con la constitucionalidad y su solo silencio ante esta ilegalidad les amerita la remoción.
Además, es evidente la intromisión para proteger a la exfiscal Zoraida Ávalos. La JNJ, solapadamente, hizo innumerables lobbies con congresistas para tratar de evitar la destitución, con el agravante que esta señora fue miembro de la comisión que los eligió. Dejaron de lado la indispensable neutralidad, pero todos los que ahora protestan, estuvieron calladitos y mirando de costado. El doble rasero de siempre.
Además, los presidentes de las Cortes Superiores le exigieron a la JNJ investigar la filtración indebida de informes de las investigaciones que tienen carácter de reservada pero no han hecho nada. Saben quiénes son los responsables y simplemente no los quieren de enemigos.
Los #DePie por la democracia, muchos de ellos líderes de opinión y gremiales, que ciegamente defendieron a Vizcarra, han vuelto a resucitar, esta vez para justificar las tropelías de la JNJ, pero ninguno se ha tomado la molestia de revisar la Constitución, ni siquiera la Ley Orgánica de dicha institución. ¿Qué podemos esperar del ciudadano de a pie si los “supuestos” más pensantes del país cometen estos gravísimos errores?
No hay un quiebre de la institucionalidad ni un atentado contra la separación de poderes, simplemente el Congreso, dentro de sus atribuciones constitucionales, está haciendo un control funcional. Otra cosa es que no nos gusten los actuales congresistas o que hayan perdido toda credibilidad y tengan un bajísimo nivel de aceptación (como la mayoría de los Parlamentos del mundo) pero causales graves para removerlos, hay y muchísimas.
Es increíble todo lo que pueden hacer los caviares por un sueldo. Da vergüenza su falta de dignidad. No saben renunciar ni irse por la puerta grande. Siempre apelan a entes supranacionales –como la OEA que ha pedido la activación de la Carta Democrática– o a su Corte, la CIDH que solo les pertenece a ellos. Violan la soberanía del Estado peruano, siempre en nombre de la “democracia”.
Mientras tanto, Boluarte observa desde el balcón esta lucha de poderes que distrae sobre su pésima gestión (recaudación del IGV bajó en agosto) y alista maletas para un irrelevante viaje a la ONU. Con o sin Boluarte, no dejaremos que el país quede a la deriva.
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