ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Sigue el control ciego: autoritarios Martos y Mazzetti nos quieren encerrados

Imagen
Fecha Publicación: 11/08/2020 - 19:50
Escucha esta nota

Para cuando se haya publicado esta columna, es muy probable que también esté impreso en el diario oficial El Peruano el decreto supremo que da cuenta de medidas complementarias para evitar la propagación de la plaga china. En su presentación ante del Pleno del Parlamento, el premier Walter Martos -fanático de las cuarentenas eternas- anunció tal medida tras advertir que ha habido un rebrote en los casos de Covid-19. Ya antes la ministra Pilar Mazzetti -quien se ha autodeclarado “autoritaria”- había opinado que el toque de queda debería volver a iniciar a nivel nacional a las 8 p.m. y que los domingos nadie debería movilizarse. El talante arbitrario de Martos y Mazzetti no hará más que provocar aglomeraciones, como bien ha alertado el exministro Abel Salinas al afirmar que “el virus no distingue de viernes a sábado y no es que no circule los domingos”. Es lógico: si se acortan las horas para que las personas puedan realizar sus actividades, veremos paraderos y centros de abastos atiborrados, por mencionar algunos ejemplos. Más caos significa más contagios y más infectados quiere decir más muertos. No podemos seguir con un control ciego (Federico Salazar dixit).

El objetivo de la cuarentena era preparar el sistema de salud (comprar pruebas PCR y oxígeno, además de instalar camas UCI con ventiladores mecánicos y levantar hospitales de campaña) para que, cuando nos enfermemos por retornar a nuestras actividades, no caigamos fallecidos sin recibir atención. Ello no sucedió, por lo que ahora se debe impulsar, a la par, la reactivación de la economía. La economía, sin embargo, no puede reactivarse si se paralizan las actividades con medidas estrictas. Infortunadamente, tenemos una ministra de Economía muda -y cuestionada por los contratos de la empresa de su padre y hermano con el Estado- que no hace entender que los peruanos no solo podemos morir por coronavirus, sino también de hambre.

Pero, a decir verdad, ¿qué más podríamos esperar de funcionarios que trabajan al lado de un golpista? El señor Martín Vizcarra sueña con un país orwelliano, en donde los ciudadanos sobrevivan en prisión domiciliaria a punta de bonos. Como han anotado colegas como Mario Ghibellini, Mariella Balbi y Fernando Rospigliosi, el mandatario se siente más cómodo con el primer ministro Martos. No podemos descartar, entonces, que Pedro Cateriano haya sido víctima (¡el karma existe!) de una traición, al igual que Pedro Pablo Kuczynski cuando Vizcarra se alió con Fuerza Popular para defenestrarlo. Ya sabemos, no obstante, cómo terminan las autocracias: en el penal Barbadillo. El renunciante asesor argentino Maximiliano Aguiar debería ser el primer procesado por ser el actor intelectual del golpe de Estado. La justicia tarda, pero llega.