Sin agua no hay sociedad del bienestar
Siendo el Perú un país complejo dada su ubicación geopolítica, agreste geografía, multiculturalidad, desarrollo económico dispar y centralista, marcadas clases sociales en las tres regiones y multidiversidad ecosistémica, el agua se convierte en un recurso natural altamente estratégico para el desarrollo, en un entorno globalizado, competitivo y de cambio climático. Por lo tanto, requiere una gestión inteligente, sostenida y humana.
Se calcula que en el 2050, el país albergará a 42 millones de personas; 80% de ellas vivirán en las ciudades, siempre en la costa desértica, donde el agua es escaza. Nuestra reserva hídrica por glaciares disminuirá en un 50% y atravesaremos un alto estrés hídrico, porque la demanda de agua se duplicará, según señala un estudio realizado por la World Resources Institute,
Estos desafíos demandan al Estado peruano la implementación progresiva de la economía circular, con soluciones basadas en la naturaleza. Astrid Schomaker, directora para Desarrollo Sustentable Global de la Dirección General para el Medio Ambiente de la Comisión Europea (DG Environment), resaltó que en países como el Perú se debe consolidar este modelo, porque le permitirá un desarrollo sostenible y competitivo a nivel global.
Esta nueva economía sustentable, amigable al medio ambiente e inclusiva socialmente, no podrá tener éxito sino se promueve la diversificación productiva y de servicios, la descentralización, la añorada industrialización, la formalización de las actividades económicas, la tecnificación del agro (que consume casi el 80% del agua disponible), el tratamiento de las aguas residuales poblacionales (mayor contaminante), y el cambio de la energía por generación hidroeléctrica —que significa un 60%—, a la energía renovable,inagotable, que no produce gases de efecto invernadero.
Todos estos factores de desarrollo implican una mayor demanda de agua, en cantidad, oportunidad y calidad, un uso más responsable y eficiente por toda la sociedad, la conservación de las fuentes naturales de agua, mitigación y resiliencia ante los efectos de la variabilidad climática, un precio justo por el servicio y acceso de agua y saneamiento para todos sin excepción.
El agua, de esta forma, será el pilar fundamental para generar empleo, más productividad y alimento, energía limpia, menos enfermedades, mayor inversión privada, mejores servicios, elevación de la calidad de vida, etc.; sino también, para reducir la pobreza a su mínima expresión al 2050 y caminar hacia la sociedad del bienestar.
Si no construimos gobernanza hídrica, será imposible la economía circular. El agua es el principal soporte de la sociedad, el ecosistema, los derechos humanos y la vida. Ya existe la duda si podremos cumplir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, planteados por las Naciones Unidas al 2030. Pero si nuestros actores decisorios asumen la voluntad de una política hídrica concertada, multisectorial, inclusiva y con prospectiva, si tendremos un panorama alentador hacia el 2050, y mejores condiciones socio ambientales para las generaciones venideras.
Por: José Luis Luján Cárdenas (periodista y sociólogo)