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Sin piedad para el camarada: traiciones, purgas y ejecuciones en el marxismo

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Fecha Publicación: 29/08/2021 - 22:20
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Por José Cernicharo Bustelo

A lo largo de la historia, la izquierda mundial se ha visto asociada con múltiples términos: revolución, reformismo, maoísmo, trotskismo, estalinismo, igualdad, socialdemocracia, internacionalismo y purgas. Esta última palabra ha sido una de las más señaladas por los enemigos de dicha ideología para resaltar el “canibalismo” entre las distintas tendencias “zurdas”. Sin embargo, pocas personas conocen el alcance y la intensidad de dichas luchas fratricidas que abarcaron la mayoría de lugares donde la izquierda y sus variantes se instalaron. Por tal motivo, este escrito buscará ampliar el conocimiento sobre dicha cuestión (gracias a la existencia de biografías detallas de sus víctimas y la apertura de los archivos de los antiguos países comunistas). Además, se han de analizar las razones que motivaron la represión hacia sus propios camaradas y la incapacidad de esta doctrina para solucionar sus problemas internos sin el uso de la fuerza.
La revolución alemana: Socialistas contra espartaquistas
A finales de 1918, una rebelión estalló en la escuadra alemana fondeada en Kiel. Los marineros se encontraban hartos por cuatro años de guerra mundial e influenciados por las ideas de la reciente revolución rusa decidieron sublevarse contra sus superiores. El ejemplo se extendió por toda Alemania, logrando destronar a la monarquía e instaurar una República. En medio de este caos, ascendieron al poder al poder los socialdemócratas, quienes luchaban por cambios políticos, económicos y sociales dentro del sistema, rechazando las ideas políticas bolcheviques (que deseaban transformaciones radicales por medio de la violencia). Sin embargo, no todo era unanimidad dentro del izquierdismo teutón, ya que varios de sus más destacados líderes (Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht) anhelaban la revolución como medio de lograr sus metas (aunque criticaban algunos aspectos del pensamiento leninista). Este enfrentamiento hizo que los socialistas dirigidos por Friedrich Ebert y Gustav Noske se aliaran con la vieja casta militar para reprimir a estos disidentes. Lo que siguió fue una brutal persecución de Luxemburgo y sus camaradas en Berlín y otras partes del país. El terrible asesinato de Luxemburgo y Liebknecht por parte de los Freikorps (cuerpos armados de derecha, antisemitas, antidemocráticos y anticomunistas) a las órdenes de Noske (aunque nunca se ha probado que este ordenara liquidarlos) dividiría fatalmente a estos dos grupos “progresistas”, permitiendo la llegada al poder del nazismo en 1933.
Tiempo después, el destacado historiador trotskista Pierre Broué escribiría un destacado libro sobre aquellos hechos y condenaría sin dudarlo al socialismo alemán.
“Las consecuencias del doble asesinato son incalculables. A pesar de los esfuerzos de Jogiches y Levi, que dedican a la investigación grandes esfuerzos, no es descubierta la responsabilidad directa de ningún dirigente social-demócrata. En cambio, su responsabilidad moral es aplastante; dos días antes el Vorwärts había publicado una verdadera llamada a muerte contra” Karl, Rosa y consortes, ningún muerto, ni uno, entre los muertos”, y los hombres reunidos, armados y encubiertos después por Noske y los ministros social-demócratas, han perpetrado el asesinato. Scheidemann dirá: “¡Su propia táctica terrorista les ha golpeado! Entre social-demócratas y comunistas alemanes se cruzará en adelante la sangre de Liebknecht y Rosa Luxemburgo”.

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