Sin vuelta atrás
Perú y China tienen una historia de intercambio cultural y comercial que se remonta al siglo XIX. La llegada de los primeros migrantes fue durante el auge de la explotación del guano en la década de 1840. Ellos trajeron consigo sus tradiciones y contribuyeron al desarrollo de la gastronomía, economía y cultura peruana.
Este país asiático se ha convertido en nuestro principal socio comercial, importando principalmente minerales; asimismo, a través de su iniciativa de la Franja y la Ruta, sigue invirtiendo en proyectos de infraestructura en Perú y América Latina. El más reciente fue el megapuerto de Chancay, cuya inauguración fue de gran simbolismo así se haya realizado de forma remota. Contó con la presencia del propio presidente Xi Jinpin, reafirmando la gran importancia del proyecto para ambas naciones.
También estamos vinculados por el TLC que entró en vigor en el 2010 y que eliminó los aranceles en gran parte de los productos. En el marco del foro APEC, el jueves último se suscribió su optimización, incorporando temas como el comercio electrónico y la exportación de servicios entre otros.
El gran reto de los exportadores ahora es un trabajo decidido y meticuloso para exportar no solo minerales, sino una mayor cantidad de productos agrícolas, pecuarios, acuícolas, forestales, textiles, metalmecánicos, químicos, servicios y un largo etcétera. El aprovechamiento de esta gran oportunidad marcará un antes y un después en nuestras relaciones comerciales.
Creo que un gran deseo de todos es dar un salto hacia la asimilación de nuevas tecnologías que caracteriza al gigante asiático. Solo un ejemplo, China ha sido fundamental en la expansión de las redes de telecomunicaciones, incluyendo la implementación de la tecnología 5G. Gracias a compañías como Huawei, muchas personas accedieron a servicios digitales que hasta hace años hubiera sido algo impensable.
Este país avanzó enormemente en innovación tecnológica y modernización en las últimas décadas, posicionándose como un líder global en áreas como inteligencia artificial (IA), 5G, vehículos eléctricos y energías renovables. No fue producto del azar, su gobierno implementó políticas de apoyo a la investigación y desarrollo (I+D) y proporcionó incentivos y regulaciones favorables a las empresas tecnológicas, amén de la creación de Zonas Económicas Especiales.
En mi último viaje a China no solo conocí modernos terminales portuarios, sino también pude percatarme de los resultados de la inversión pública en IA y Big Data, aplicados en sectores como salud, educación y seguridad pública. ¿Cómo hacer para replicar todo lo mencionado líneas arriba en nuestro país? La firma de un TLC fue el primer paso, ahora debemos capitalizar el acercamiento logrado con motivo del Foro APEC y profundizar el intercambio en más áreas.
Con ese propósito, hace unos meses se estableció el Consejo Empresarial Peruano-Chino, un espacio en el cual se promueven las inversiones y se facilita el comercio entre ambas naciones y cuyo capítulo peruano tengo el honor de presidir. El jueves último sostuvimos una reunión con la presencia de importantes representantes del Consejo Chino para la Promoción del Comercio Internacional (CCPIT) y estamos enfocados en dar pasos concretos hacia una mayor colaboración.
Después de mencionar todo esto, es claro que Perú está inmerso en un proceso de apertura comercial. No solo se trata de intercambiar productos, sino también tecnología y promover un turismo a gran escala. La apertura comercial celebra la diversidad y más importante aún, apunta a lograr un progreso compartido en el que la necesidad y demanda de las partes, contribuye al crecimiento y estabilidad de todos. La ruta ha sido fijada, no hay vuelta atrás.
Por: Julio Pérez Alván
Presidente de la Asociación de Exportadores
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