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Sinergia y calidad educativa

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Fecha Publicación: 16/02/2024 - 21:50
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El pasado diciembre, la Asociación de Colegios Particulares Amigos (ADECOPA) celebró sus bodas de plata fundacionales. El tiempo “no pasa”, acompaña el andar de las instituciones. Cada aniversario lo confirma. Los actores mudan, pero la continuidad anclada en las políticas y en la vida institucional de cada escuela asociada se mantiene vigorosa y vigente. Mantener corporativamente el mismo querer en la alta valoración que supone la puesta en común e intercambio de los enfoques, fortalezas y experiencias que cada escuela ha labrado en el tiempo, es muestra palmaria del propósito que anima a ADECOPA de tejer mancomunadamente una historia profesional y vivencial que permita innovar y paralelamente sostener la calidad en la formación de los estudiantes, estructurando procesos y oportunidades que “tendrán los colores” del esfuerzo y de la fusión asociativa.

Soy partidario de la generación de sociedades intermedios en el seno de una sociedad. Cuantos más retoñen, la vitalidad e iniciativas sociales no solamente encontrarán cauce, sino que gracias a la participación de los mismos actores, irán asumiendo –con responsabilidad– soluciones conjuntas en beneficio de la propia comunidad. La participación de los involucrados fortalece las interrelaciones, aunque el logro de un proyecto no sea del todo feliz. Además, a mayor participación, menor intrusión de parte de la esfera pública.

En el campo educativo, las sinergias o alianzas institucionales presentan muchas ventajas para la escuela en su conjunto. Cuando digo en su conjunto, me refiero a padres de familia, docentes y estudiantes. Sin embargo, a pesar de las diferencias, pisadas de pie institucionales, celos y “luces que quieren apagarse”, la aventura asociativa es una gran apuesta para el futuro de la educación que ADECOPA ha incoado con buen pie. En este sentido, me gustaría mencionar solo tres razones para explicitar mi posición.

Primero. Ha abierto y ampliado nuevas oportunidades y posibilidades para el desarrollo de habilidades y talentos para los estudiantes. Las mejores y diferentes instalaciones deportivas de los colegios han despertado el interés por el atletismo, el tenis de mesa, etc. Los docentes se han convertido en una suerte de comunidad de intelectuales gracias a los constantes y actualizados encuentros de rigor académico y el intercambio de experiencias –sabiduría vivida.

Segundo. El roce educativo que –a mi juicio– debería ser una práctica continua entre todos los colegios. Su puesta en marcha no implica desgaste ni fricción; es comunicación, frecuencia y convivencia. Es pasar del aprendizaje unidireccional al multidireccional; de las actividades del aula a las actividades no estructuradas; del trato local a las relaciones ricas en matices y en posibilidades. Abrir una actividad con objetivos interesantes y amplios e invitar alumnos de diferentes colegios: al final participan, se integran, descubren talentos y afirman su pertenencia a su colegio.

Tercero. Oportunidades de cooperación institucional. El liderazgo de los directores se amplía territorialmente. Se tornan actores en la construcción de horizontes futuros para los diversos colegios asociados.

Continuidad y predictibilidad entre sus miembros. Cultura asociativa. En suma, se añade valor a cada escuela con los beneficios incluidos en las propuestas y visiones de los otros colegios.

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