Sobre élites sin “honestibilidad”
Si alguna vez ha decidido dejar el Perú evite generalizar sus motivos, pues podría convertirse en un profeta del pesimismo. Centrar la comunicación exclusivamente en aspectos negativos sin proponer soluciones puede provocar ansiedad, sentimientos de desesperanza y depresión. Esta sensación empeora cuando leemos titulares de carátula en medios empresariales, como: “el 38% es pesimista sobre la recuperación de la economía”. Se agrava aún más cuando nos exponemos a contenidos de izquierda progre que buscan presentar al Perú como un páramo carente de oportunidades para atraer inversiones.
Una élite peruana desde el exterior profetiza el desánimo sin asumir la consideración que demanda su tierra natal. Muchos son “baby boomers” con intelectualidad reconocida que dieron sus testimonios al libro de Luis Pásara, “¿Por qué no vivir en el Perú? Respuestas a la interrogante en 1981, 1998 y 2021-2022”. Sus páginas abundan de expresiones fatalistas acerca de su país: “REPRESIVO”, “RACISMO”, “NEPOTISTAS”, “MALESTAR”, “INDIGNANTE”, “NACIONALISTAS”, “CEMENTERIOS”, “MEDIOCRES”, “GUERRA”, entre otras. Concluye señalando que “ninguno de los más de 70 consultados (…) fue forzado a dejar el país, (…) y la motivación para irse por hallarse sin trabajo casi no fue mencionada en las respuestas”. Es penoso ver a peruanos influyentes en el exterior cuestionándose: ¿Qué tan ingrato ha sido mi país conmigo?, cuando la cuestión es al revés.
Cada vez más empresarios, ejecutivos y profesionales de la generación X siguen esta perspectiva. Son parte de la élite económica del Perú y han recibido educación en instituciones prestigiosas. Desde Castillo al poder, sus aspiraciones como padres se centran en asegurar el éxito de sus hijos, inscribiéndolos en centros educativos en el exterior con la esperanza de que construyan sus vidas lejos del Perú. Aunque muchos de ellos debaten sobre la sostenibilidad empresarial, parecen pasar por alto que el Perú no será sostenible sin una futura élite que comprenda y se comprometa con su realidad. La desconfianza entre la cultura empresarial y la política los lleva a concluir sus discusiones con frases auto-indulgentes como: “falta un líder”, “sin minería, no avanzamos”, “hay demasiada corrupción” o “el contexto global no es favorable”.
Seis de cada diez millenials, futuras élites, se van al exterior con apatía hacia la política y desinterés por su país. El gobierno de Castillo fue lo más tenso en sus vidas políticas y, con Boluarte muestran indiferencia a los problemas sociales. Estos jóvenes son el campo ideal para sembrar la desconexión entre la política, economía y bienestar personal. Los contenidos progresistas de izquierda incrementan la desconfianza hacia el país, el desinterés en los movimientos sociales y fomentan la migración de nuestras élites.
La élite de la generación X debe reaccionar. Los empresarios deben ir más allá del discurso romántico sobre la sostenibilidad en lo socio ambiental y gobernanza. Deben pensar en la sostenibilidad del país, transformando su realidad y comunicando valores e identidad nacional. Es esencial promover inversiones y tener gremios mucho más activos. La clave está en asociar el futuro a la formación de una élite que guíe al Perú hasta el 2050. Entonces, necesitamos una generación X que actúe con honestidad para la sostenibilidad nacional ósea, “honestibilidad”.
Hay que enseñar gratitud y “honestibilidad” a nuestros hijos, recordando el legado del héroe Luis Giampietri y la Historia de la República del Perú de Basadre, quien dijo : “En estos tiempos de honda crisis en todas las circunstancias de la vida mundial; en estos tiempos en donde, al lado de sus peligros tenemos en nuestra casa, o cerca de ella, nuestras propias acechanzas, viene a ser urgente que el Perú evidencie su aptitud para proyectarse en una dimensión de futuro, dentro de la búsqueda de la maduración tantas veces anhelada para convertirse, por fin, en una morada mejor para nuestros hijos y para nuestros nietos”.
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