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Sobre las verdaderas causas del conflicto en Ucrania

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Sobre iniciativa de granos del mar Negro.
Fecha Publicación: 23/02/2024 - 21:10
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Desde hace dos años, Occidente viene llevando una guerra híbrida contra Rusia a manos de los ucranianos con el objetivo de infligir una “derrota estratégica” a nuestro país, debilitar su potencial económico y desestabilizar la situación política interna. Además, está librando batallas informativas no menos feroces contra nosotros. Se está inculcando enérgicamente en la conciencia pública mundial la idea de que las acciones de Rusia en Ucrania, que comenzaron el 24 de febrero de 2022, fueron supuestamente ilegales y no provocadas, se silencian las verdaderas causas de la crisis.

Para comprender las premisas del conflicto, es necesario retroceder diez años: al 22 de febrero de 2014, cuando en Ucrania tuvo lugar un golpe de estado armado anticonstitucional, orquestado por Occidente. Llegaron al poder en Kiev los radicales neonazis y antirrusos. Con esto se asocian episodios que aún permanecen sin claridad, por ejemplo, el “caso de francotiradorres” (ejecuciones masivas en el centro de Kiev), la falsificación de listas de víctimas de Maidan (supuestamente fusiladas por el “régimen” de Víctor Yanukovich, pero de hecho fallecidas en otro momento y por causas naturales) y otros. Los funcionarios occidentales no ocultaban su participación en los sucesos. La apoteosis de la injerencia en los asuntos internos fueron las infames “galletas Nuland”, que la Subsecretaria de Estado de EEUU repartía generosamente en el Maidán. Según ella admitió, Estados Unidos invirtió al menos 5 mil millones de dólares para el golpe de Ucrania.

En respuesta en el sureste del país comenzó la “primavera rusa”: manifestaciones prorrusos de los se oponían a acciones inconstitucionales de golpistas. Para reprimirlas, las nuevas autoridades del Maidán perpetraron un verdadero terror: se conocen episodios tan brutales de esta tragedia como la matanza de 48 civiles en la Casa de los Sindicatos en Odessa, el bombardeo de Lugansk y otras ciudades del Donbás, entre muchos otros.

Después de sofocar violentamente la “primavera rusa” en Odessa, Járkov, Mariupol y otras ciudades, el régimen de Kiev, sin embargo, fue incapaz de mantener el control sobre Crimea y el Este del país. La población de Crimea, que se negó a reconocer la dictadura de los golpistas, votó en un referéndum a favor de la salida de la península de Ucrania. Pero contra la población del Donbás el régimen de Kiev desató una guerra a gran escala que cobró la vida de 14 mil personas, con más de 500 niños muertos o mutilados, y además impuso un inhumano bloqueo económico y de transporte que puso a la región al borde de la supervivencia.

Sin embargo, se logró evitar la expansión de una guerra civil en Ucrania. Con la mediación activa de Rusia, el 12 de febrero de 2015 se firmó los Acuerdos de Minsk, aprobados por la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU. Este paquete se hizo la base jurídica sin alternativas para el arreglo interno de Ucrania. Sin embargo, Kiev saboteó el cumplimiento de sus obligaciones y Occidente hizo la vista gorda. Más tarde admitieron que los Acuerdos de Minsk eran necesarios solo para darle tiempo a Kiev para fortalecer las Fuerzas Armadas de Ucrania.

El territorio de Ucrania se ha convertido en un campo de entrenamiento para ejercicios militares occidentales. Cerca de 10 mil soldados de los países de la OTAN estaban desplegados en las instalaciones militares en Ucrania.
En medio de escalada militar en Donbás por fuerzas de Kiev, Rusia se vio obligada a tomar medidas decisivas para proteger a la población de esta región y en respuesta a la solicitud de estas repúblicas y de conformidad con el Artículo 51 de la Parte 7 de la Carta de la ONU, que estipula el derecho a la autodefensa individual y colectiva, nos vimos obligados a lanzar una operación militar especial.

¿Qué vemos hoy en Ucrania? Occidente continúa de una forma sistémica su política, que comenzó antes de 2014: dividir el país, enfrentar a los pueblos hermanos ruso y ucraniano, inflar a Ucrania con armas exigiéndole luchar “hasta el último ucraniano” y prohibir las negociaciones con Rusia. Todo esto lo está haciendo Occidente para lograr un objetivo geopolítico específico: imponer al mundo un “orden mundial basado en reglas”, eliminar a quienes no están de acuerdo y consolidar su dominio en los mercados de técnica militar, combustibles y productos agrícolas.

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